Capítulo 22

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Salí de la habitación en cuanto se quedó dormido, ya había caído la noche y tenía que regresar a casa por si mi madre decidía llegar temprano; lo cual no sería extraño teniendo en cuenta mi mala suerte.

Bajé las escaleras de dos en dos, haciendo más ruido del que pretendía. Mi mirada se centraba en mis pies y en sus movimientos, no quería terminar desparramada en el suelo por los sentimientos eufóricos que aún no se despegaban de mi pecho, los que me mantenían emocionada e inquieta a la vez.

Al llegar a la planta baja busqué a André con la mirada, no fue difícil localizarlo sentado en uno de los sofás de la sala. Se encontraba sentado en una pose cómoda, con su brazo en el respaldar y una de sus manos sosteniendo su cabeza. Su atención no se despegaba del hombre frente a él, quien se acomodaba el cuello de la camisa con cierto nerviosismo y hablaba entre balbuceos.

Me dio pena, André podía ser muy intimidante.

─Lo estás asustando, Andy. ─solté una pequeña risa que él me respondió.

André me miró arqueando las cejas y sonrió de una forma particular. Seguido a esto, con un movimiento sutil, bebió algo de una taza que llevaba en la mano y la dejó reposar en un poza vasos sobre la mesa de centro. En todo momento su mirada estuvo puesta en el hombre, el cual apartó la mirada al instante y provocó una risa a André. La situación le divertía pero a mí me parecía algo cruel.

─Gracias por todo, pero es momento de irnos.

André se puso de pie y siguió torturando al hombre con la mirada. Matthew trataba de mantenerse calmado.

Nos acompañó hasta la puerta y nos agradeció, en especial a mí, por darle una mano con el asunto de Jeffrey. Por supuesto le dejé en claro que no había nada que agradecer y que la agradecida era yo por hacerme saber la verdad.

Se ofreció a llevarnos. Decliné su oferta con amabilidad señalando que no vivía lejos y que nos tomaríamos un taxi, cosa con la cual André se mostró en desacuerdo pero decidí ignorarlo.

─¿Por qué lo atormentas así? ─pregunté cuando nos subimos al taxi.

Él resopló.

─No lo estaba atormentando, solo estaba nervioso por que llegaste tú ─respondió con obviedad.

Fruncí las cejas.

─¿Y eso por qué?

André pasó su brazo por encima de mis hombros y me estrujó contra su pecho.

─Es muy correcto y tímido. ─Soltó una risita─ apenas lo había convencido de darme su teléfono cuando llegaste. Le dio pena, no es que no quisiera que le coqueteara.

Abrí los ojos aún más por la sorpresa y me llevé una mano a la boca. Me separé de él y le di un manotazo en el pecho.

─Eres una perra... ─dije entre risas.

Se hizo el ofendido.

─Que va... solo soy alguien en busca de afecto de un hombre...

Solté una risotada.

─No arruines a ese chico, se ve decente al menos.

Se llevó una mano al pecho volviendo a simular su ofensa.

─¿Cómo podría?

─Eres una perra mala ─apunté.

─Pero puedo cambiar... ─Se volteó a verme.

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