Capítulo 15

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CAMILLE

Me estaba mirando lo suficientemente fijo como para hacerme preguntar si tenía algo en la cara.

Las videollamadas con Félix tenían la particularidad de ser algo extrañas, y con algo me refiero a muy extrañas. Esta vez habíamos optado por utilizar la pc para hacer la llamada número 3 de la semana.

—Ya, deja de hacer eso —ordené.

—¿Hacer qué? —Sonrió ampliamente en lo que sus cejas se elevaban con confusión.

Fruncí el ceño, en realidad no estaba haciendo nada pero así lo parecía. Estaba muy segura de que se estaba haciendo el tonto y sabía a la perfección lo nerviosa que me ponía cuando me miraban de forma tan fija.

—¡Eso! Ya basta, deja de hacerlo.

Hasta yo misma me sorprendí de la forma tan escandalosa en que solté mi risa, era un efecto de los nervios.

—Estás loca, ¿Y ahora qué hice? —Al igual que yo, se estaba riendo.

—Me estás viendo así, y me pones nerviosa.

Fue su turno de soltar una carcajada.

—¿Así qué te pongo nerviosa? —Subió y bajó sus cejas cómicamente— es bueno saberlo.

Aparté la mirada algo avergonzada, sin una razón aparente, una simple sensación de acaloramiento en mi rostro. Estaba segura que a esas alturas mi rostro hasta se había teñido de un tono carmesí. La reacción se debió a la forma en la que lo dijo, no la intención ni el contexto, solo la forma tan peculiar en la que lo dijo.

Mis ojos se encontraron con mi teléfono a un lado de la computadora, este estaba encendido y desbloqueado. En la pantalla no había nada más que mi fondo, ninguna notificación que cubriera la imagen de mi padre.

Sentí escalofríos, una oleada de emociones pasajeras que duraron apenas segundos.

Tomé el aparato y busqué alguna señal de vida de Jeffrey, mas no encontré nada. Ni siquiera había visto mis mensajes y eso que llevaban en pendiente desde hacía horas.

Camille: ¿Está todo bien?

Nadie ha sabido de ti en días

Ni siquiera has asistido al trabajo

Me estoy preocupando

Contesta a penas puedas, por favor.

—Cam, mírameee... —Alargó tanto la E que saturó el micrófono.

Levanté la mirada casi de inmediato y de forma mecánica me alejé del teléfono, dejé este sobre la mesa y traté de concentrarme en Félix.

—Bien, dime que está pasando. —Se acercó a la cámara para hablar—. Ya van cuatro veces que revisas el teléfono.

Ni siquiera recordaba haberlo hecho tantas veces, estaba segura de que solo era exageración suya.

—No, no es nada —respondí.

Félix entornó la vista y se echó hacia atrás en su silla, me observó critico desde su sitio hasta que alguna idea brotó desde algún rincón de su mente. Su expresión se ensombreció un poco y la media sonrisa que decoraba su rostro se esfumó en cuestión de segundos.

—¿Tiene que ver con ese chico? Seguro que sí, llevas así un par de días.

Suspiré sonoramente y cerré mis ojos en el proceso, mientras pasaba mis manos por mi rostro.

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