Capitulo 26

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Lógicamente como cualquier persona, nunca has estado en el espacio, al menos no en la ultima capa de el. Esa gran capa de la atmósfera llamada exosfera, cuando atraviesas esa linea trasparente entre el ozono y la termosfera, cuando las piedras impactan en tus frágiles puños, o cuando tu voz se desgarra en un lugar sin sonido.

Tu cuerpo esta hecho para esto y los sabes, pero de alguna manera... duele tanto.  No sabes si son las venas sobresalientes en tu piel, o que las nauseas atacan tu estomago como vas entrando a destruir lo que puede destruir todo lo que amas, por que si de algo puedes estar segura es que nadie sentirá como tú. 

Y si hay algo más parecido a morir es... estar en el espacio. En un lugar donde no hay aire, el sonido no es capaz de viajar, así que tus gritos de agonía quedan en silencio, cuando dejas de volar... cuando ya no tienes la fuerza, comienzas a flotar rodeada de miles de pequeñas rocas que es solo el resto de lo que hace poco fue una amenaza para ti.  El espacio es un lugar muy curioso, un sitio donde ni siquiera tus pensamientos tienen sonido, donde la rubia sentía sus parpados pesar, como sus puños se apretaban ante el potente dolor en su cabeza, su traje destrozado de diferentes partes mostraba parte de su pierna y abdomen en donde sobresalían manchas moradas con tonalidades de verde que no mostraban mejorar. Pero como la esperanza es lo último que se pierde, podrían imaginar que si tienen el conocimiento o la habilidad de leer los labios, podrían asegurar que la única palabra que saldría por esa ahora blanquecina boca, sería: 

-Jennie... 

Dicen que cuando vas a morir ves la luz, pero todo lo que ella veía era negro, vació, obscuro y... sumamente doloroso. Ni siquiera podría describir cuantos niveles de sufrimiento había atravesado totalmente, porque el dolor es relativo... ¿que pasa si tu dolor físico se combina con el dolor de tu alma?  Es tan dificil, el ultimo sentido que pierdes al morir es la audición, ella... ella puede escucharlo todo, el sonido de las piedras al esparcirse, el ruido en la tierra, los festejos, los aullidos de felicidad pero, poco a poco... dejo de escuchar. Cualquier cosa a su alrededor, era inútil en ese momento. 

... 

-¡EL METEORO HA SIDO ALEJADO DE LA TERMOSFERA DIVIDIÉNDOSE EN VARIOS PEDAZOS QUE YA NO SIGNIFICAN UN PELIGRO PARA NOSOTROS!  Nunca has escuchado algo que aunque aparentemente a todos traiga felicidad, estés tú... en un sentimiento totalmente opuesto. Porque cuando la gente se puso a brindar, a bailar y a gozar, la mansión Kim un cementerio de palabras, nadie hablaba, nadie hacía más que ver sus zapatos en espera. 

Jennie no se había despegado del monitor que su hermano le entrego minutos antes, eran las ocho de la mañana, tenían solo cuarenta minutos de la noticia... y nada. Sabían que tenían que ser pacientes, sabían que había periodo de recuperación, sabían que aún la persona más resistente del planeta ocuparía un breve periodo para volver, lo sabían perfectamente pero... 

-¿Donde esta SuperMan?  -¿No ha bajado?  -¡Búsquenle en el cielo! 

La televisión la apagó Marco sintiendo la presión que se acumulaba sobre los hombros de todos, viendo que la pelinegra salía del lugar con el aparato en brazos, salieron siguiéndole viendo como esta metía todo en su vehículo negro, Jimin fue el primero en tomarla de un hombro. 

-¿Que haces, Jennie? 

-Voy a por Manoban.  El menor Kim tomó sus dos hombros dandole una sacudida 

-Las coordenadas dicen que esta en el espacio, no puedes ir ahí. 

-¡¿Quien lo dice?!- le replicó ella con voz ronca -puedo comprar la jodida estación de astronautas si se me pega la gana, los mandaré a todos, uno por... uno a buscarla. 

-No,- su hermano la aprisiono por la espalda con sus brazos -no puedes hacerlo Jennie... ella esta en la exosfera, las naves sólo llegan a la termosfera, sería un suicidio. 

Superman - Jenlisa GipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora