Epílogo

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Sehung Manoban Kim tan solo tenía dos años y medio cuando comenzaron a notar en él algo un tanto inusual. En sí el niño era un encanto para los ojos de cualquiera, sus ojos gatunos idénticos a los de su madre resaltaban por el tono pálido de su piel, su cabello negro en este momento peinado cuidadosamente hacia un lado, como su caminar era pausado y un tanto torpe considerando su edad mientras jugaba con un auto de juguete en el patio de la casa de sus abuelos. 

-¡Sehung, ya está la comida amor!- Siuni salía de la casa con un delantal amarrado por la cintura, sonriendo al ver que su nieto corría en dirección contraria -¿A dónde vas? 

-¿Qué sucede? 

Unos segundos después salía Seun sonriendo ampliamente al ver al pequeño reír en un intento de huida, que terminó inconclusa cuando presencio las barreras que lo alejaban del sembradío de maíz. En ese momento los señores Kim y Manoban salían cargando las mesas viendo el día perfecto para ello, Jisoo los acompañaba con unos refrescos un poco por detrás, su esposa que parecía traer un bronceado por sus recientes vacaciones en Cancún, le hacía mimos a la bebe que cargaba. 

Exacto, Jennie y Lisa no eran las únicas en querer expandir su familia, Kim Jihyo Park tenía tan solo seis meses, ojos negros con largas pestañas y su tez era una perfecta replica de la de su madre Rosé. Bambam con un aspecto más maduro por su corte de cabello, pasó con las canastas de comida acompañado por Nayeon que en este caso devoraba una hamburguesa sin preocupación. Ryder traía en brazos algunos regalos, para el niño y la bebe que ya le había tocado conocer dejándolos bajo la mesa para sentarse junto a Quinn quien se había convertido en una amiga bastante cercana para él, ni siquiera me pregunten porque nadie sabe con exactitud qué tipo de relación tienen estos dos. Hanna y Jimin seguían prácticamente iguales, la primera siendo estudiante de medicina y el segundo estudiando negocios internacionales, tomados de la mano hablaban amenamente. Sorn no podía faltar que salía con lentes de sol y su teléfono en la mano, era increíble cuanto se había incrementado su fama por varias películas de comedia en esos dos años, bajó sus lentes para ver a su hermoso sobrino acorralado por su madre contra las rejas de madera. 

Las ultimas en salir y no me pregunten porque, fueron Jennie y Lisa que lejos de haberse vuelto la típica pareja de casados eran pura pasión, ternura y alegría... al menos la mayor parte del tiempo. 

-¿Qué pasa hijo, quieres seguir jugando? - pregunto la pelinegra al lado de su suegra ambas alejadas al menos cuatro pasos del niño -Prometo que después de comer, jugaras otro buen rato ¿sí? 

-Mamá- se quejó el pelinegro inflando su labio inferior. 

-Sera rápido, corazón- insistió la señora Kim que se derretía por la ternura de su nieto, aún así sólo había desayunado y ya pasaban de las tres de la tarde -te sentaras conmigo ¿verdad?. 

Sin prestar atención el pequeño coreana desvió su mirada hacia su única alternativa de salida, cierta rubia con camisa blanca y pantalones cortos. 

-¿Mami? 

-Oh no, no te salvaras con mami Lis esta vez pequeño rufián- habló con gracia Siuni que sabía los planes del infante -vendrás a comer y después podrás jugar. 

Se acercó al niño, pero en ese segundo la boca del mismo se curvo un poco hacia un lado, en una mueca que cualquiera podría descifrar como traviesa. Fue por ese minúsculo instante que la héroe pudo ver algo más en esos expectantes ojos gatunos, una chispa... algo conocido y a la vez nuevo. Captando como soltaba su coche de juguete retrocediendo dándoles la espalda para poner su pequeña mano en la barrera de madera que lo separaba del campo de maíz. 

La rubia pudo escuchar perfectamente el crujir del material como su infante lo empujaba sin esfuerzo alguno, en el segundo en que los espectadores procesaban lo visto el pelinegro saltaba con demasiado impulso hacia el sembradío. Rápidamente la rubia reaccionó para atraparlo en el aire, una caída de cuatro metros no le vendría bien a cualquiera... pero claramente Sehung a partir de ese instante, ya no era como cualquiera. En el pequeño trayecto de regreso, nadie decía nada, de fondo solo se escuchaban los pequeños balbuceos de Jihyo. 

Superman - Jenlisa GipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora