La rarita.

528 67 17
                                    

- ¡TZU! ¡TZU! ¡AQUÍ ESTOY! ¡VEN A MI! ¡VEN A MIS BRAZOS, CORAZONCITO! -Dahyun entraba de golpe a su nuevo apartamento con los brazos abiertos y pidiendo por la castaña-. ¡TZU! ¡AQUÍ ESTOY! ¡VEN Y DEJAME ABRAZARTE! -lejos de cesar con el pedido de cariño, Dahyun lo aumentaba.

Eran pasadas las horas del mediodía y la sala del departamento estaba llena de todas las cajas que ellas mismas habían empacado, pero que una empresa se había encargado de trasladar.

- ¡DAHYUN! -Momo llegaba detrás de la chica con su mal humor de siempre, aumentado aun mas porque en sus brazos cargaba una de las cajas con "objetos importantes" que no pensaba dejar que los de la mudanza maltrataran-. ¡DEJA DE LLAMAR A LA RARITA! – protesto-. Ni la conoces. Cuando veas el aspecto que tiene no vas a querer abrazarla -afirmo, dejando la caja arriba de la mesita del comedor.

- Momoring, no seas mala -la reprendió, sentándose en el piso para empezar a desempacar-. Tu sabes, y tu mama ya te lo ha dicho, que por mas que nosotras seamos ultra millonarias, no podemos despreciar al resto de los normales -explico a su manera.

Uno de los primeros negocios de inversiones Minatozaki-Hirai había sido un colegio de danza que había quedado a cargo de la bailarina. Actualmente era una de las cadenas mas prestigiosas de esos estudios.

- Además, tu misma me contaste anoche que la persona que vivía aquí tenia cara de perrito -agrego.

- Si, Dahyun, pero te dije que tenía cara de perrito aplastado por un camión que traslada tanques de guerra -la corrigió mientras trataba de llegar al refrigerador de la cocina, esquivando cajas.

- Pero un perrito, de todos modos -Dahyun se quedaba con lo que quería-. ¿crees que sepa bailar, Momoring? Porque si no yo podría enseñarle... ¡YA SE! - ¡Plimp! Idea-. Podría hacer que fuera a mis clases -una idea no tan buena.

- No me hagas reír Dahyun -Momo ya había llegado al refrigerador y lo estaba inspeccionando con detalle-. El único baile que se debe saber esa tipa es el del caballo que canta el chino idiota ese, y se lo debe haber aprendido por la cantidad de veces que seguramente un policía le ha ordenado que ponga las manos al frente para esposarla. De paso, también deberían haber llevado preso a ese tipo por robar tanto tiempo con esa canción -no le alcanzaba el tiempo para quejarse.

- Pero, Mo...

- ¡DIOS! -el portazo al refrigerador demostraba la intensidad del carácter de Momo-. Ni una cerveza tiene en este cochino apartamento -dijo-. Apuesto a que la rarita se emborracha en las noches con alcohol de cuarta. Deberíamos de tener el refrigerador con llave. Dubu, ¿contaste las cajas como Sana pidió? -le pregunto la japonesa a la chica con la cual mantenía una relación casual.

- Sip -Dahyun no dio más información y siguió sacando cosas.

- ¿Y? -Momo quería un numero.

- ¿Y qué? ¿Crees que a Tzu le quedara bien este tutu? -la chica alzaba un tutu rosado que parecía haber sido usado por alguno de los hipopótamos de Disney en la película Fantasia.

Justo cuando Momo estaba por insistir acerca del numero de cajas, Sana aparecía por la puerta junto con el jefe de la mudanza a su lado.

- ¿Contaron las cajas? -pregunto sin indirectas y sin mirar a sus amigas, estaba mas interesada en localizar el cuerpo de cierta castaña que no había podido sacar de su cabeza en toda la noche.

- No te preocupes -la calmo Momo-. Al parecer la rarita no está. Estamos a salvo por ahora -agrego.

- Son 23 cajas, Sha -contesto la chica mas pequeña desde el piso.

- Están todas -dijo el hombre de la mudanza, respirando tranquilo. En cuanto la intimidante Sana le había exigido que subiera con ella para confirmar que hubiese llegado todo lo que ellas habían empacado, se había puesto nervioso.

No soy para ti - SATZUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora