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Lunes por la noche.

Nuevo apartamento.

- ¡Hogar dulce hogar! -Momo decía mientras entraba al nuevo apartamento.

Dahyun y Sana venían detrás de ella con menos entusiasmo por no decir con casi nada. Después de abandonar el viejo apartamento, fueron a comer algo por ahí para esperar que el equipo de mudanza contratado hiciera su trabajo. No fue hasta tres horas después que le avisaron a Momo que todo estaba listo.

- ¡Esto sí que es vida! -agrego la japonesa recorriendo el lugar con sus brazos abiertos-. ¡Esto sí que es lujo! -cualquiera que la estuviera viendo o escuchando pensaría que el lugar estaba bañado en oro-. ¡Este es el palacio que se merece la gran Hirai Momo! -sus delirios de grandeza hacían acto de presencia.

- Tampoco es para tanto -Dahyun hacia que la japonesa bajara un poco de las nubes.

- ¿Qué no es para tanto dices? ¡Por Dios, Dubu! ¡Mira esta sala! -el departamento tenía una enorme sala de estar, las paredes estaban pintadas con un blanco pulcro y del techo colgaba una encantadora lampara moderna.

- A mí me gustaba la sala del departamento de Tzu -dijo Dahyun.

La japonesa hizo oídos sordos al comentario de la bailarina y siguió inspeccionando.

- ¡Wow! Mira esta decoración.

Sobre las lisas paredes había pinturas que tanto Momo como Sana reconocían fácilmente a diferencia de la bailarina. La pelirroja pudo distinguir una copia bastante mal hecha de "El beso" de Gustav Klimt.

- A mí me gustaba la decoración del apartamento de Tzu -otra vez puntualizo Dahyun.

Momo soltó un simpático y fuerte resoplido.

- Por favor, a eso no se le puede llamar decoración. No se le puede llamar decoración a paredes sin revocar, ni pintar y mucho menos a las telas de araña que colgaban de ellas. ¡Dios! ¡Miren esto! ¡Miren la vista!

La japonesa no demoro en apretar un botón de un pequeño control que había sobre una mesita con una pequeña lampara y las traslucidas cortinas de una enorme ventana se abrieron. En realidad, esto era la razón del alto precio del apartamento más allá de la ubicación. Una de las paredes era totalmente de vidrio y formaba un enorme ventanal que dejaba ver casi toda la ciudad. Las cortinas que cubrían la vista eran de color crema y de una tela traslucida. Al parecer, los ventanales estaban equipados con lockout o algo así le habían explicado a Momo.

- A mí no me gusta -observo Dahyun-. Ya no están los simpáticos chicos del apartamento de enfrente que me gritaban cosas lindas o que jugaban a las mímicas conmigo -dijo con nostalgia.

Momo la miro enfadada.

- Esos tipos eran unos pajeros, Dahyun, nada de simpáticos -le aclaro-. Y las señas no eran mímica ni mucho menos un juego -más de una vez Momo les había respondido con sus propias señas.

Cuando Dahyun estaba por protestar de nuevo, la japonesa la interrumpió.

- Además, eso es lo de menos... ¡Mira estos pisos! ¡mira estos muebles!

Los pisos del departamento eran todos de fina madera. En el medio de la salda, cerca del enorme ventanal, había dos gigantes sillones de color marfil, enfrentados uno al otro y solo separados por una, no tan pequeña, pero si baja, mesita redonda con vidrio al centro, que tenía un adorno bastante raro pero lujoso. Al costado de uno de los sillones, había una alta lampara y sobre ellos varios almohadones forrados con un estampado estilo cebra muy interesante.

No soy para ti - SATZUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora