Por fin.

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En la cita de Momo y Dahyun



- Momoring... Momo... -Dahyun llevaba al menos quince minutos tratando de que Momo se bajara del auto, pero no conseguía moverla de donde se había quedado.

En cuanto llegaron al estacionamiento del restaurant, la bailarina se bajó entusiasmada, pero cuando vio que Momo no la seguía, fue hasta la puerta del conductor y la abrió con suavidad. Momo estaba quieta, mirando fijamente hacia delante y sus nudillos estaban blancos de la fuerza con la que agarraba el manubrio del coche.

- Momo, me encanta el lugar que elegiste, es mi favorito. Ven, vamos -la animo.

Momo agito la cabeza de forma negativa-. No puedo, Dahyunnie, no puedo hacerlo. Lo voy a arruinar y no vas a querer ser ni siquiera mi amiga -dijo.

- Si puedes, Momo. Vamos -intento tomarle la mano, pero Momo la rechazo.

- No puedo -volvió a agitar su cabeza-. Lo siento, no puedo hacerlo. Prefiero que volvamos a casa y que estes enojada conmigo un par de días, pero que después me puedas hablar. Si hacemos esto seguramente arruinare todo y después no me vas a querer ver más, y yo no voy a poder soportar eso, Dahyunnie. Por favor no me obligues a hacerlo, no puedo perderte -dijo todo sin mirarla.

Dahyun se quedó unos minutos mirando fijamente a Momo. Luego suspiro y cerró la puerta del conductor para darle la vuelta al auto y así poder volver a su asiento.

Momo miraba a la rubia caminar resignada. Supuso que Dahyun se había cansado de tratar con ella y llevo una de las manos para arrancar el motor del auto justamente cuando su acompañante ocupaba el lugar de su derecha.

- ¿Puedes apagar el motor, por favor? -pidió suavemente la rubia.

- Pero, Dubu... yo... pensé que... pensé que nos íbamos a ir y...

- Apaga el motor, Momo -ordeno esta vez de tal forma que a Momo no le quedo otra que hacerle caso-. Y dame las llaves -agrego.

Momo giro los ojos e hizo caso. Resignada, apoyo su cabeza en el volante luego de soltar un suspiro-. Dahyunnie, yo...

- Se que tienes miedo -afirmo Dahyun, interrumpiendo lo que seguramente iba a ser una excusa más del miedo de la japonesa.

- No tengo mie...

- Si lo tienes -no dejo lugar a duda-. Y tienes que dejar de mentirme, siempre se cuándo lo haces, te conozco demasiado y no me gusta que lo hagas, me hace sentir tonta -era cierto, nadie la conocía mejor que Dahyun, ni siquiera Sana llegaba a tal punto.

- Perdona, nunca quise que te sintieras así -se disculpó sinceramente.

Dahyun acaricio el cabello de Momo-. Lo sé, pero no tienes que avergonzarte de tener miedo, yo... yo también lo tengo -confeso, agachando su cabeza y escondiendo la mano de vuelta.

Momo levanto su rostro de inmediato y la miro sorprendida-. ¿Tú tienes miedo? Pero, Dahyun, tú nunca tienes miedo -era sabido ya, entre el grupo de amigos, Dahyun era la más valiente de todos. Nunca le temía a enfrentarse a nada ni nadie.

- Momoring... -Dahyun suspiro y la volvió a enfrentar-. Voy a contarte algo y quiero que no te atemorices más por lo que voy a decirte. Al contrario, quiero que lo veas como si yo te estuviera contando algo que solo lo sabe una persona -Momo iba a preguntar de quien se trataba, pero era obvio que Dahyun hablaba de Sana. De todas formas, asintió y le dio paso a lo que venía.

Dahyun tomo aire.

- Yo siempre he estado enamorada de ti, Momo -una declaración de amor no era usual para empezar una primera cita, pero nada en la bailarina lo era así que para ella estaba bien. Dahyun levanto la mano cuando vio que la boca de Momo se iba a abrir para decir algo-. Déjame hablar, por favor -pidió-. Yo siempre he estado esperándote, desde que teníamos quince años y tú me diste nuestro primer beso aquella vez en tu habitación, ¿recuerdas? -Momo asintió con una sonrisa triste-. Desde que hicimos por primera vez el amor, desde que nos mudamos aquí, desde que enfrentaste a Eunwoo en el estudio de tatuajes. Siempre he estado esperando por ti -reafirmo-. Siempre esperaba este momento. El momento en que dijeras: "Dahyun, ¿quieres salir conmigo?" pero nunca pasaba -Momo agacho la cabeza avergonzada-. Siempre que te veía salir noche tras noche con distintas chicas o inclusive chicos, era como si mi espíritu saliera de mi cuerpo y se fuera porque yo me quedaba como un fantasma prácticamente -conto-. Sana me decía que no te esperara más, que yo valía demasiado, que solo me estabas usando, entre otras cosas, pero yo te seguía esperando -afirmo.

No soy para ti - SATZUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora