Lía.

483 56 6
                                    

En el convento.

- ¿A dónde estamos yendo? ¿Por qué no estamos siguiendo a Tzuyu? -preguntaba Sana a medida que ella y la hermana Seohyun caminaban por los largos pasillos del lugar. Si hubiera sido por ella, ya hubiera salido corriendo detrás de la castaña, pero la monja que la acompañaba iba a un ritmo muy tranquilo. Sana nunca había dejado que el regalo y la famosa caja azul salieran de sus brazos.

La hermana Seohyun la miro y le sonrió.

- Tranquila, hija -la calmo-. Estamos en eso, Tzuyu ya debe haber llegado al lugar que te estoy llevando -aclaro.

- ¿Qué es exactamente este lugar? ¿un convento o un hogar de niños? -pregunto la rubia, estaba desesperada por respuestas.

- Bueno, funcionan las dos perfectamente. Cuidar niños es una parte de la obra benéfica que hacemos desde el convento -explico la hermana.

- ¿Cuidar? ¿Qué quiere decir con eso? ¿solo están aquí por un tiempo? -la empresaria quería adentrarse en el tema.

- Pues la mayoría tiene familia, aunque debido a que los padres no pueden encargarse permanente de ellos, nosotras los alojamos por un tiempo hasta que la situación cambie -explico-. Mientras tanto, todos los fines de semana cada niño vuelve con su familia. Luego nosotras nos encargamos de su educación y cuidado entre semana, como una especia de escuela hogar -impresiono a Sana esto último-. Hay otros que, aunque tienen familia, no la ven tan seguido y otros que son huérfanos y viven con nosotros -agrego-. Como es el caso de la mayoría de chicos que viste hoy y como fue el caso de Tzuyu -ante esta información, Sana se detuvo en seco.

- Chou es... es... quiero decir, ¿no tiene padres? -pregunto, sorprendida.

La hermana Seohyun miro a Sana con cautela y negó con su cabeza ante la pregunta.

- Creo que es mejor que sigamos caminando -tomo el brazo de la rubia para darle un empujoncito.

Sana solo la miro y siguió caminando junto a ella, había entendido que la mujer no quería tocar ese tema, pero eso no impedía que pudiera averiguar otras cosas.

- Entonces... ¿Tzuyu estuvo acá? -volvía el interrogatorio.

La mujer, sin dejar su sonrisa, asintió.

- Desde los catorce años mas o menos -comento-. Se escapo varias veces -recordó-, pero al final siempre volvía, y mi hermana y yo la pudimos convencer de que se quedara -dijo.

- ¿Su hermana también es monja? -no tenia nada que ver con el interrogatorio inicial, pero quería sacarse la duda.

Sorprendentemente, la hermana largo una carcajada.

- Perdona. Es que... Yoona no es monja... para nada -explico a medida que se iban acercando a una puerta de madera-. ¿Por qué no entramos mejor? -le señalo la entrada.

La monja abrió la puerta y dejo pasar a Sana. La rubia no avanzo mucho, se quedo mirando la enorme habitación que tenia enfrente y que estaba llena de camas individuales que estaban una al lado de la otra; estaban separadas por un pequeño espacio.

Cuando su vista llego al fondo de la habitación, Sana pudo ver a la castaña sentada en la ultima cama mientras acaricia la espalda de algún chico que estaba metido entre la ropa de la cama. Sana no pudo distinguir si era niño o niña. Alrededor de Tzuyu y el pequeño cuerpito había otra monja y una enfermera.

- Lía -la hermana le daba una mano a Sana para que entendiera.

- ¿Qué? -aunque la rubia estaba más perdida que nunca.

No soy para ti - SATZUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora