El verdadero problema.

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Tzuyu fruncía cada vez mas el ceño al no obtener una respuesta de las otras chicas. Eso no le gustaba para nada. Todas sus alarmas empezaron a sonar; ya había cedido la comodidad de su casa por obligación de su psicóloga, pero no quería perder su segundo hogar ahora. La castaña sacudió su cabeza y traro de tranquilizarse.

- ¿Qué... que hacen aquí? -les pregunto un poco nerviosa.

- ¡Miren esto! -Eunwoo se había levantado de su puesto y se acercaba al grupo-. ¡Gran P nuevamente dejando a chicas con la boca abierta! -festejo, caminando hacia Tzuyu-. No te cansas de hacerlo, ¿cierto? -le dijo, riendo junto a la castaña para luego aprovechar y abrazarla.

Todo para Sana era algo absolutamente nuevo. En un abrir y cerrar de ojos, paso de estar aterrada por una aguja clavándose en su cuerpo a estar intrigada por cada tatuaje en el cuerpo de la castaña. Para nada consideraba atractiva semejante cantidad de dibujos en la piel de una hermosa persona; de hecho, solía cruzar la calle cuando alguien así se le acercaba, pero en Tzuyu era otra cosa. Claro que el abrazo entre Tzuyu y el chico logro hacer que Sana no pudiera distinguir los dibujos, y empezó a preguntarse, entonces, porque la castaña se alejaba de ella mientras que las otras personas podían abrazarla; no lo entendía.

En el momento en que varias preguntar iban a salir de su boca, la chica que había estado esperando en los sillones la interrumpió.

- Tzu -con una voz sensual y con un vaivén digno de admirar, la mujer se acercaba a Tzuyu cual depredador a su presa. El vestido apretado y; si le preguntaban a Sana, de estilo ramera, que usaba, no dejaba nada libre a la imaginación-. Que lindo verte de nuevo -dejo un beso en la mejilla de la castaña, logrando que la misma agachara su cabeza de la vergüenza.

Sana quiso sacarle de una cachetada la sonrisa de estúpida que puso ante la chica y restregarle con un trapo la mejilla hasta que se le saliera la pintura labial que la otra mujer le había dejado.

- Ya te estaba extrañando -seguían los elogios.

La rabia de Sana aumente a niveles inesperados. Un abrazo de un chico era pasable, pero un beso de una descarada mujer ya era mucho. ¿Por qué todo el mundo tenía derecho a tocarla si a ella se lo negaba?

Aun avergonzada, Tzuyu alzo los ojos hacia la chica.

- ¿estás lista? -pregunto de forma profesional -. ¿Te preparaste como te lo pedí? -al parecer el tatuaje de la mujer requería ciertas cosas de alguna determinada manera.

- Por supuesto -la mujer giro, dándole la espalda a la castaña--. ¿Esto está bien? - para nada lenta, la mujer se tomo el final del vestido y lo levanto para dejar ver una reveladora tanga. Difícilmente se veía una tirita de estampado de leopardo.

Sana sintió a Momo murmurar un "Dios mío" en japonés y no pudo evitar rodar sus ojos. Un que silbido provino de Eunwoo hizo que los volviera a rodar por segunda vez consecutiva y además hizo que la mujer que aun tenia levantado el vestido sonriera sin pudor. Sin embargo, la cara de Tzuyu, que era el destino de la mirada de Sana, estaba totalmente inmutable. Miraba el trasero de la chica como Picasso debió haber mirado sus lienzos. Para la castaña ese pedazo de piel era su hoja en blanco.

- Perfecto -concluyo Tzuyu-. Rosé -miro a la otra joven-. ¿Puedes acompañar a Nancy a mi oficina? En unos minutos estaré ahí. Ve preparando todo, por favor -pidió con amabilidad para después volver hacia la mujer ahora vestida-. Ya iré contigo -le dijo con una sonrisa tímida.

La mujer le sonrió y se acercó aún más a ella.

- No te demores – un susurro para nada suave y dio media vuelta para seguir a Rosé, para que ambas desaparecieran por la puerta que estaba en la pared del fondo.

No soy para ti - SATZUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora