No soy para ti - SATZU

La hacienda.

Un día antes del cumpleaños 26 de Sana.

- Sana... -Tzuyu suspiro y tomo la pálida y esculpida mano que tenía enfrente-. Yo... yo quería... quería... -rápidamente se agacho, dejando una de sus rodillas en el piso-. Sana... -Tzuyu respiro hondo y volvió a empezar-, tu... tu... tu eres... eres...

La castaña soltó la mano que sostenía y dejando caer su otra rodilla, agacho su cabeza para tratar de tranquilizarse. El silencio inundo el lugar donde se encontraba de forma que solo se podían escuchar las respiraciones exageradas de la castaña que trataba de llenar sus pulmones de aire.

- Tzuyu...

Sin perder más tiempo, la tatuadora volvió a tomar la mano que tenía enfrente, levanto una de sus rodillas y miro directo a los ojos de la mujer que le prestaba atención a cada uno de sus movimientos.

- Sana... -vamos de nuevo-, cuando... cuando estuvimos en la casa de tus padres, en... en Los Ángeles, te dije que yo... que yo no era para ti y la verdad es que hoy... hoy... ahora lo sigo pensando -confeso-. Sana, tú eres todo -dijo a la dueña de la mano que sostenía-. Eres todo y más, mucho más. Eres la princesa de los cuentos, la heroína de las historietas, la protagonista de cualquier novela y la estrella de cualquier película -encajaba en todo-. Todo en ti es perfecto. Tu... tu cuerpo es... siempre que dibujaba chicas pin up pensaba que era dibujos poco reales, que esas mujeres con curvas no podían existir, pero desde que te vi, ahora... ahora todas me recuerdas a ti y es como si me pidieran que te dibujara a ti de enfermera, de policía, de bailarina, de bombero... -un carraspeo la hizo volver al tema principal. Tzuyu volvió al tema principal-. Tu boca es perfecta también, al igual que tus ojos -le dijo-. Ambos... las dos cosas combinan a la perfección porque cuando te enojas y aprietas los labios, si alguien mira a tus ojos avellana lo más probable es que se queme en el intento -si lo sabrá ella-. Cuando estás contenta y de tu boca sale la risa más hermosa de todo el universo, tus ojos brillan de forma especial. Juro que con el brillo de tus ojos podríamos iluminar a toda New York -exagero creyéndoselo-. Cuando me miras con ganas de... de... tú sabes -algo que no se podría decir parece-, tu boca esta un poquito abierta y tus ojos se ponen más oscuros y... y... es como si hipnotizaran -la castaña agacho su cabeza-. Eres muy inteligente y la gente te mira y respeta cuando hablas. Nayeon... Nayeon dice que no hay quien se atreva a enfrentarte y que todos los que entran a tu oficina salen como encantados contigo o llorando, no estoy segura de que eso sea bueno, pero Nayeon dice que de la oficina de Momo todos salen llorando y nunca encantados, pero siempre con miedo, al menos contigo no -algo era algo-. Pero yo, Sana... yo... yo no soy nada de eso. No soy linda. Al contrario, tengo cosas demás que son horrendas -pobre raron-. Solo se hacer tatuajes y no soy para nada inteligente -concluyo suspirando.

- Tzuyu, no...

- Pero puedo cuidarte -agrego-. Puedo cuidarte y protegerte porque soy fuerte y... y... bueno, tú sabes que se pelear y una princesa como tú siempre necesita su... su caballero que la defienda y yo puedo serlo, puedo ser tu armadura -se avergonzó-. También puedo darte todo lo que tú quieras porque tengo dinero, no sé porque la gente paga tanto por mis tatuajes, pero lo hace y yo gano dinero. Rosé dice que debería cobrar aún más, pero yo considero que así está bien -aseguro-. También... también... -tomo aire-. Sana, yo puedo amarte. Puedo amarte mucho, mucho. Dijiste que tu ibas a enseñarme a hacerlo y yo quiero aprender todo lo que tú quieras enseñar. Quiero amarte, amar a Lía, nuestra hija -la castaña sonrió, cada vez le gustaba más llamar a Lía así-. Quiero amarlas a ambas durante todos los días.

- Tzuyu, yo...

- Porque tú no solo me diste un presente, también me diste un pasado y un futuro. Sana, tú eres mi vida... -tomo aire, estaba por llegar el momento-. Tu eres el amor de mi vida... y yo sé que no lo soy para ti, pero quiero irme de este mundo intentado serlo -la castaña busco en el bolsillo de su sudadera y saco una elegante y pequeña cajita. La abrió con seguridad y dejo ver el hermoso anillo-. Así que, Minatozaki Sana... ¿quieres casarte conmigo? -pregunto.