No soy tu protectora.

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Al día siguiente.

Oficina de Sana.

Momo entraba a la oficina que estaba junto a la de ella para tratar de calmar a su mejor amiga. Había pasado media hora tratando de concentrarse en su trabajo sin prestarle atención a los gritos de Sana, pero hubo un momento en que ya no los pudo aguantar y se levanto de la silla para ir a intervenir.

- ¡QUE SEA LA ULTIMA VEZ QUE ESTO PASA! -frente a la rubia había unos siete empleados alineados con la cabeza agachada mientras Sana caminaba delante de ellos.

Momo entro y, apoyándose en el escritorio de la chica, decidió mirar, le encantaba cuando Sana perdía sus cabales.

- NO LO VOY A PERMITIR -la rubia camino hasta el escritorio y agarro un montón de papeles-. Estos son sus currículos -tomo uno al azar y lo leyó-. Secretaria ejecutiva durante tres años en Waterhouse Cooper, manejo de tres idiomas, bla, bla, bla -lo tiro al piso y tomo otro-. Licenciado en manager de negocios con un doctorado en Yale, etc, etc -tomo todos los papeles y los corto por el medio para después hacer una lluvia de papel con los mismos-. ¿TODO PARA QUE? ALGUNO CONTESTE.

Suspiro.

- ¿Para qué, Nayeon? -pregunto, parándose frente a su secretaria privada.

La mujer subió la cabeza y busco ayuda de Momo, pero se dio cuenta que no la iba a encontrar cuando le vio la sonrisa malévola en el rostro de la chica.

- Señorita Minatozaki, lo sentimos mu-

- La respuesta es... -volvía a su normal tranquilidad-. Todo para que cuando su jefa se quiera tomar una aspirina y vaya a buscar agua para hacerlo, el dispensador este vacío -conto al final de la cuestión.

- No es mi cul...- uno de los chicos quiso hablar, pero la mirada de Sana se lo comió.

- Retírense -les dijo, dándose vuelta hacia su escritorio. Ninguno de los empleados dudo un segundo en seguir la orden.

Momo espero a que todos los empleados salieran para mirar a su amiga, quien ya estaba sentado en su trono y con una lapicera firmaba papeles.

- Oye, Sana, no es que me moleste, porque tu sabes que cuando se trata de torturar gente, a mi me encanta, pero... ¿Qué demonios pasa contigo yo? Nunca en mi vida te había visto perder los cabales tantas veces en un mismo día -agrego.

La rubia soltó la lapicera bruscamente para después agarrarse la cabeza y apoyar sus codos en el escritorio.

- Dime que tu no estas tan preocupada como yo, Momoring. Son las seis de la tarde y aun no sabemos nada -soltó de repente.

Momo suspiro y camino hasta el sillón que Sana tenía en su oficina.

- ¿Por la rarita? Por supuesto que si -le aseguro una vez sentada-. Pero, Sana, no podemos...

La rubia salió de su posición y se levanto nerviosa para caminar por su amplia oficina.

- No me digas nada, Momo. ¿Cómo carajo se nos ocurrió dejarla ahí? Tendríamos que haber hecho algo. No apareció en toda la noche -le dijo.

- Te vi durmiendo en su cama esta mañana cuando me levante -parte era verdad y parte mentira, era verdad que Momo había visto a Sana durmiendo en el sofá cama de Tzuyu, pero lo había hecho cuando se levanto por quinta vez a ver si Tzuyu había llegado.

- Si, quería estar atenta a ver si llegaba, pero nada. Pensé que se había encerrado en su cuarto misterioso, pero no estaba allí; no había luz -confirmo.

Lo cierto era que desde que volvieron aquella noche al departamento, ninguna había dicho una palabra, cada quien se había despedido de las otras dos y se había encerrado en su pieza, excepto por Sana que decidió esperar a Tzuyu en el sofá cama. Espera que fue en vano porque la tatuadora nunca apareció y el sueño terminándole a ganar a la rubia.

No soy para ti - SATZUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora