Capítulo 20: Lista

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Matthew

El miedo es algo que no puedo dejar de sentir. Y ver el miedo de Milena no me hizo sentir mejor, porque eso significa que ella entiende el peligro que es sacarlas del bosque. También siento furia, furia de no poder gritar que estoy con una chica fantástica, una chica dulce, pero con un gran carácter; odio sentir miedo de que un ser humano como yo le pueda hacer daño.

La buena noticia es que el miedo y la furia no es lo único que siento. Estoy feliz y siento una explosión de emociones en el estómago al saber que ella y yo viviremos una nueva experiencia, sé que le encantará y estoy muy seguro que podré ver esa sonrisa que tanto me gusta muchas veces en su rostro.

El plan es el siguiente:

Lea y Milena van a tratar de extender por más tiempo lo que protege al bosque, ya que, si todo sale bien, nos quedaremos siete noches y ocho días en la playa.

Logan tiene confirmado que nadie más que nosotros estará en esa playa y su casa estará lista para cuando lleguemos, la suerte de tener un amigo rico.

Todos nosotros hemos pedido permiso a nuestros padres, muchos pusieron objeciones, pero quedamos en que nos íbamos a comunicar cada cinco horas para que estén tranquilos, fue difícil pero lo aceptaron.

Papá dejo que me llevará el auto y Alan, al parecer, encontró alguien quien le va a prestar uno donde podremos llevar las maletas.

Chase nos pasó una lista detallada de todo lo que necesitamos, tenemos memoria de pollo y tal vez olvidemos algo, sus palabras no las mías.

Por último, Logan se encargará de la ropa de las chicas, él les preguntó con que se sentirían cómodas e iba directamente a comprarlo. Todos pusimos dinero para ello. Al final la ropa que les compró les gustó mucho a las chicas, incluso Milena quedó fascinada.

Hoy será el día en él que partiremos, según yo tengo todo en mi mochila.

Agarro un bote de protector solar, aunque sé que tal vez no me sirva de nada y termine como un camarón asado, pero no pierdo nada intentandolo.

—Ash, te envidio, no puedo creer que tengan una playa para ustedes solos —Vero se lamenta.

Ella dijo que me iba ayudar a empacar todo, pero solo me paso una toalla y luego se sentó en mi cama, gran ayuda la de mi hermanita.

Le saco la lengua de forma infantil y ella me saca el dedo del medio.

—Hermanito, hermanito, hermanito —Oh no, esa es la voz del mal—. ¿Me responderías una pequeña pregunta?

La miro de forma cautelosa, su mirada es inocente, pero sé que no hay nada de inocencia en ella.

—Puede ser... Solo quita esa cara que no te la creo —decido responder.

—La chica de la que nos contaste a papá y a mí, ¿irá a este viaje?

Trago, siento el nudo de los nervios en mi estómago.

—Puede ser...

—Vaya, entonces te deseo suerte. Recuerda que soy muy joven para ser tía, usa protección.

Siento como el color sube a mi cara.

—¿Qué te pasa, Verónica? Yo no voy a hacer nada de eso.

—Esos nervios, lo sonrojado, son una señal de que eso pasará.

—Claro que no. Yo no planeo solo tener sexo con ella.

Ella me da una mirada de ternura y yo ruedo los ojos.

—Hermanito, sé que no eres ese tipo de chico que solo usa a las mujeres para eso. Y mira que quieras tener sexo con ella no tiene nada de malo, incluso es una muestra de cuanto te gusta está chica.

Dos mundos, Dos corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora