Capítulo 30: Tal vez algún día la situación nos favorezca

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Matthew 

Si alguien me viera en este momento, seguro diría que soy extraño por ver dormir a una persona, pero prefiero no juzgarme a mí mismo.

Retiro uno de los mechones de la cara de Lea. Se ve tan tranquila cuando duerme, como si nada pudiera alterarla.

La sábana cubre su cuerpo, dejando solo al descubierto sus hombros.

Estoy preocupado por la runa situada en su hombro, antes hubiera peleado por no sentirme así, pero he aceptado que ella es muy importante para mí, y que puedo dejarme a mí mismo estar preocupado.

Pero no voy a pensar en eso, por ahora.

Ahora tengo una sonrisa boba en mi rostro. La amo... y creo que eso podría matarme, tal vez no sería la peor forma de morir.

Quiero reírme cuando un leve suspiro sale de su boca, hasta dormida ella puede ser algo tierna. Esa no es la única razón por la que me rio, es gracioso que durmieramos aquí en la playa al aire libre, además... no solo hicimos eso.

Estar con ella de esa forma fue... más de lo que esperaba. Es ese momento cuando estás seguro de que algo va a ser increíble, pero no tenías la razón, porque fue mucho más de lo que esperabas, fue mucho mejor.

Yo ni siquiera voy a tratar de describir la manera en como me sentí cuando ambos nos volvimos uno, porque simplemente no hay palabras.

—Eres raro —murmura Lea somnolienta.

Otra vez las ganas de reírme vuelven. 

—Pensé que creerías que es lindo verte dormir.

Ella sonríe.

—Pues es raro.

—Pero te gusta —afirmo burlón.

Supongo que Lea quiere golpear mi hombro, pero su mano se dirige a mi cara porque sus ojos siguen cerrados.

—Auch, me acabas de romper la cara, estoy a punto de desangrarme.

—Eres irritante.

—Igual me amas.

Ella se apoya en sus codos para mirarme, y es linda, aunque su cabello sea un estropajo en este momento.

Me da esa mirada que pretende ser enojada, pero igual la hace ver bonita.

Finjo asustarme.

—Te amo, pero si vuelves a molestarme haré que alguna parte de ti, menos tu cara, sangre.

Mis cejas se arquean en sorpresa.

—¿Así? —pregunto de forma lenta.

Sé que quiere reírse, la conozco tanto.

—Ajá.

—¿Estás muy segura?

No dejo que responda porque me pongo encima de ella y beso su cuello para producir unas cuantas cosquillas.

—¡Matthew! ¡Para! —Sus risas se escuchan por todo el lugar.

Ambos nos reímos y luego nos separamos.

—Yo creo que con tus poderes puedes hacerme sangrar, pero pensé que harías sangrar mi cara.

Ahora me siento más curioso, porque el sonrojo de Lea es asombroso, se ve linda, pero algo graciosa al mismo tiempo.

—Bueno... es que tu cara es muy bonita como para hacerla sangrar —responde finalmente.

Hace un tiempo, ella se pondría muy nerviosa al decir eso, y sé que lo está, pero esto quiere decir que ella confía en mí para atreverse a decirme eso. 

Dos mundos, Dos corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora