✨¡Hola!, ¿Cómo es qué me llamo?✨

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El amor es tan creativo,
que los primeros encuentros
siempre son especiales.

La maldita de Luly luego de ver todo limpio, me ordenó que alimentara a los animales

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La maldita de Luly luego de ver todo limpio, me ordenó que alimentara a los animales.

En la estancia tenemos todo un zoológico, gallinas, patos, cerdos, vacas, cabras y ovejas. De los animales grandes se ocupaban los peones rurales que tenemos. El capataz era un señor algo mayor que dirigía todo desde su caballo, tenía un hijo de mí edad. Un chico atractivo y buena honda.

Todas las chicas del pueblo morían por él, pero Marcos, como se llamaba, se moría por María. Para su mala suerte mí amiga lo veía como un amigo.

Cuándo me dirigí a la zona de los gallineros, Dennis estaba coqueteando con Marcos. No era secreto que le gustaba.

- ¡Quillén!- me saludó Marcos al verme- ¿Vas a alimentar los bichos?.

-si- le respondí con una sonrisa. Dennis no disimuló su desagrado al verme. En un intento por llamar la atención de Marcos me colocó un pie para que me tropezará, y eso hice como idiota. Me caí dentro del chiquero de los Chanchos- ¡mierda!- dije al ver mí ropa mitad manchada de guano.

Marcos corrió a ayudarme y la muy perra comenzó a reírse a carcajadas.

- ¡Creo que necesitas un baño!- dijo mientras me ayudaba a levantarme- y tirar esa ropa a la basura.

- ¡era mí remera favorita!- me queje al mirar el dibujo de cazafantasmas tapado hasta la mitad con bosta.

- ¡Creo que tendrás que buscarte una nueva!- Marcos me dedicó una mirada de pena, luego se dirigió a su patrona que no paraba de reír como loca.

- me tengo que ir, adiós señorita- dijo seco, subió a su caballo y tomó rumbo para el campo.

- no sé que tienes- dijo Dennis con ira- pero siempre arruinas todo.

- quizás no sea yo quién arruina las cosas- le dije mientras pasaba por su lado- quizás no ves lo perra que sos.

Se dió media vuelta y se dirigió a la casa.

- mejor ve a dar de comer a "los bichos"- dijo autoritaria- no queremos que Luly se entere que por payaso te caíste en la "casita" de los cerdos.

Capté la amenaza y me fui en silencio hacia el gallinero. Luly me abra adoptado pero no me veía como un hijo ni de suerte. Jamás me creía una palabra. A la que parecía amar era a Dennis, cualquier cosa que la "señorita" dijera era la verdad absoluta. Estaba claro que sí me iba a cambiar recibiría un castigo por parte de Luly.

Dar de comer a las gallinas era lo más divertido del día. El gallinero era un pequeño galpón de madera parecido a una cabaña. Adentro, alrededor de cincuenta gallinas y un par de gallos me esperaban alborotados.

- ¡tranquilas!- dije a la multitud hambrienta- ¡les daré de comer!- tome un recipiente y comencé arrojar maíz al suelo. Las chicas comenzaron a cacarear y a picotear el suelo con entusiasmo. Sonreí.

- ¡Alguien no está teniendo un buen día!- dijo una voz detrás mío, del susto tire el balde de maíz al suelo. En la misma puerta del gallinero, Eros Rosas me devolvía una mirada fría. Su rostro tenía una pequeña, casi microscópica, sonrisa.

Era mucho más lindo a la luz del día. Sus rizado cabello, que tenía un poco largo, le caía salvaje sobre su rostro. Su cuerpo esbelto, pero fibroso, parecía imponerse; incluso las gallinas lo notaron.

Y como no mencionar su rostro, inexpresivo pero realmente bello y delicado. Era un ángel caído...con esa pizca de maldad.

- ¿no deberías estar durmiendo?- pregunté.

- La verdad no. Aún no me he acostado. Iba en camino cuando te vi darte un "chapuzón" con los cerdos- mí rostro se volvió rojo de la vergüenza. Lo miré de reojo y ví que seguía con la misma ropa de la fiesta. Entonces me dí cuenta que yo llevaba un kilo de caca de cerdo encima. La incomodidad se hizo presente.

- suelo ser algo torpe- contesté sin poder mirarlo a los ojos.

- a mí me pareció otra cosa- dijo- vine a ver si estabas bien- mi corazón dió un vuelco. Las ilusiones y esperanzas de colegiala enamorada revolotearon en mí cabeza.

- emm... Sí... Gracias... Estoy... Ya sabes... Con un poco de olor... ¡Que digo!. Estoy bien- tartamudeo.

- ¡no nos presentamos!- ensancha su micro sonrisa- Eros Rosas... Aunque me atrevo a decir que ya sabías mí nombre- me regala una mirada pícara. La cacho en el aire. ¡Que arrogante!

- si, Julián siempre habla de vos- le digo en un intento para borrar esa mirada- un gusto conocerte.

- ¿y vos sos?- me pregunta en broma, haciendo un gesto teatral.

- yo soy...- ¡no recuerdo quién soy!. ¡Me olvidé mí propio nombre!- soy...- me miró con expectativa- ¡Quillén!- recordé aliviado- Quillén López ... un gusto.

Entró al gallinero e hizo un gesto de cortesía, como si yo fuera una princesa de Disney y él un príncipe. Me pidió la mano. Le entregué la que no estaba embostada y la besó con modestia. Solté una risita nerviosa.

- ¡un gusto conocerte chico con nombre raro!- me dijo.

- creo que deberías ir a dormir, la falta de sueño te hace hacer cosas raras- dije intentando sacarle el romanticismo a la situación.

-¡tú también llevas sin dormir un día!- me recordó.

-¡es parte del trabajo!- expliqué- dormir a veces es lo de menos. Siempre hay mucho por hacer.

- ¡entonces no te molesto más!- y salió del gallinero en silencio. Me dejó desconcertado. O jugaba conmigo. O realmente le interesaba.

Sin poder evitarlo me mordí el labio inferior de la emoción. Sin pretender cuál eran sus intenciones conmigo, una cosa resultaba clara: tenía interés en mí.

Me sentí por un momento hermoso.

Nunca tuve el privilegio de sentirme bello. Era moreno y muy delgado. No tenía nada de especial. Mi color de ojos eran de los más comunes en el mundo, café oscuro. Todos los chicos que trabajan en la estancia, incluso los del pueblo, eran musculosos y fortachones. Yo parecía un fideo.

Sin embargo él me debía considerar hermoso. Vi las estrellas de solo pensarlo. ¡Ay Eros! hasta el nombre es hermoso.

✨Un Vals en las estrellas ✨ (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora