✨ Papá del año: versión presente ✨

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"La familia no la dan los lazos de sangre,
sino el amor que los nutre."

Desperté en algo cómodo

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Desperté en algo cómodo. Abrí los ojos lentamente y me encontré con una mirada parecía a la mía, algo mayor y cargada de preocupación.

- ¿estás bien?- preguntó. Mire a mí alrededor y me encontraba en mí cuarto, acostado sobre mí cama.

- un poco mareado- reconocí- últimamente me dan noticias bomba muy a menudo... Me afecta mucho el... ¿Como se llama?... ¡Ya me acordé!, La Epifanía.

- ¡eres muy gracioso!- rió aliviado mí padre. Sonaba raro llamarlo así. Pero eso era lo único que recordaba. Además no me había dicho su nombre.

- ¿cómo te llamas?- pregunté.

- ¡no me he presentado!, ¡Que tonto soy!- se dió un golpe en la frente. Me dió gracia, parecía un personaje de caricatura- soy Francisco Montenegro.

- tienes una tonada rara- me limité a decir.

- soy mexicano- respondió.

- y mí padre- solté la frase con tacto. Quería saber cómo me encontró y como logró burlar el guardia que me cuidaba.

- si, soy tu padre- dijo con incomodidad- lo siento, es difícil de asimilar.

- lo sé- concordé- yo hasta hace poco era huérfano y ahora tengo padres.

- lamento lo que hizo tu madre. No la creí capaz de tanto- se disculpó- si hubiera sabido de tu existencia te hubiera llevado conmigo a México. Mí esposa no lo hubiera querido pero hubiera luchado por ti.

- ¿Por qué vino a buscarme?- pregunté mandando a la mierda el tacto.

- porque eres mí hijo. Quiero volver a empezar y tener una familia. Que tú formes parte de ella.

- ya tiene una, está casado... Debe tener hijos- no era que quisiera alejarlo pero el miedo y el no saber como manejar la situación me obligaban actuar de esa manera.

- mí esposa y mí hija murieron en un accidente de avión. Nuestro Jeet privado se vino a pique en el Caribe.

- lo lamento mucho- me disculpé. Me dedicó una sonrisa. Al ver su sonrisa forzada  me di cuenta que era un hombre que sonreía poco. Hasta tal punto que había perdido la naturalidad al hacerlo.

- no te preocupes. La vida me ha dado una oportunidad para empezar de nuevo- miró mí cuarto como si buscara algo- no es un lugar muy cómodo.

- es lo que hay- me limité a decir. A decir verdad para mí era un paraíso. En la segunda casa dormía con menos y me costaba todo el día de sirviente.

- tengo una casa a pocas cuadras- dijo- es más cómoda. A decir verdad es más que cómoda... Te sentirás más a gusto.

- no quisiera ser una molestia- dije.

- la mansión Montenegro algún día te pertenecerá- dijo con una sonrisa- eres un Montenegro después de todo.

- ¿cómo está tan seguro?- parecía un hombre que después de siglos de tormentos por fin había recuperado su bienestar.

- eres parecido a mí cuando era joven. Ah. Se me olvidaba... Fui a dónde hicieron el ADN y salió positivo al 100%- sacó un sobre del bolsillo de su saco y me lo entregó. Los papeles no mentían. Era mí padre.

- soy gay- dije sin más. Me arriesgué a todo o nada. Si era mí padre debía aceptarme tal como soy sino que siguiera su camino.

- lo sé. También sé de tu amorío con el wey de los Rosas- dijo con una sonrisa- eso no es importante. Lo que importa es que te encontré- me abrazó y yo se lo devolví. Jamás creí necesitar el abrazo de mí padre hasta ese momento- no llores- me susurró. No podía contener las lágrimas, un abismo se abría en mí pecho.

- ¿entonces ahora tengo un padre?- pregunté sin creerlo.

- ahora eres un Montenegro.

Francisco me invitó a uno de los cafés más caros de la ciudad para que nos pongamos al día y de acuerdo en algunas cuestiones. Mientras tomábamos café mis pertenencias eran transportadas a la mansión Montenegro.

- conocí a tu madre en la estancia Martínez Avellaneda. Mí esposa era la hija del socio principal de los señores Avellaneda. Juntos vendían tractores. Era una mujer radiante que me cautivó de inmediato y de allí comenzó nuestro amor prohibido. Nos veíamos a escondidas. Por ejemplo viajábamos a Ibiza para vernos poniendo la escusa de algún viaje de negocios. Todo fue tan idílico hasta que un día desapareció. Recibí una carta de ella diciendo que todo había terminado.

- debió ser algo muy triste- dije para que viera que tenía interés en el tema y continuara.

- hacia poco mí esposa y mí hija de cinco años habían muerto. La cuestión es que te ocultó hasta ahora. Me sorprende todo lo que soportaste. Eres muy valiente. Yo no hubiera podido con todo.

- lo importante es que estoy cumpliendo mí sueño.¡Por fin!

- ¿cuál es tu sueño?- me preguntó.

- ser bailarín- respondí sonriente.

- lo llevas en la sangre. Tu abuela fue bailarina y tú bisabuela era cantante de tango- me comentó- yo trabajo para el espectáculo. Soy un empresario del teatro, aparte de los negocios familiares.

- ¿hacés obras?- pregunté emocionado.

- todo el tiempo. Musicales.

- eso es... ¡Emocionante!- reí fuerte.

- algún día bailarás en una de ellas- me prometió y yo le tomé de la mano.

- ¿qué otros negocios tienen los Montenegro?- me miró con entusiasmo.

- tenemos... Porque eres uno de nosotros y en algún momento deberás hacerte cargo de ellos. Bueno, somos los dueños de la industria de balanceado para mascotas, tenemos campos y exportamos carne. Y en México operamos minas de oro y carbón.

- bastante- me sorprendí- ¿osea que soy mitad mexicano?- me divirtió la idea.

-si, los Montenegro son la mezcla entre una familia mexicana, la de mí madre y la Argentina, por parte de mí padre.

- vaya, vaya, vaya- me interrumpió una voz. La reconocí en el acto y puse los ojos en blanco. Hace menos de una hora esa voz me decía que se alejaba por mí bien- parece que no contento con el bailarín novato te buscaste un hombre mayor. Debe tener fuerte la billetera.

Ante la indirecta Francisco se levantó enojado pero logré detenerlo a tiempo y miré a Eros enojado.

- tengo entendido que podía salir con quién quisiera. Que, "me dejabas por mí propio bien"- dije ácido.

- no me refería a ir por ahí como un cualquiera- se oía molesto y eso me daba esperanzas. Darle celos era mí prioridad.

- ¿Quillén?- llamó mí padre- ¿Quién es el muchacho?.

- Eros Rosas- lo presenté. Eros le dedicó una mirada asesina y una sonrisa hipócrita.

- Eros, Francisco Montenegro. Mí padre- vi como el rubio abría grande los ojos por la sorpresa.

- ¿tú qué?.

- su padre-habló Francisco extendiendo la mano para saludarlo.

Eros había quedado hecho un mar de dudas. Miró a Francisco Montenegro sin saber cómo actuar.

✨Un Vals en las estrellas ✨ (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora