"El mayor desafío de amor,
es la convivencia"Francisco y yo bajamos del coche y nos encaminamos a la escalinata que tenía el imponente palacio Rosas, en Palermo.
- ¿estás nervioso?- preguntó mí padre- conozco a Mónica y a Lucrecia desde niños- me comentó- Mónica es un amor. Lucrecia, bueno... Ella tiene cierto carácter.
- tengo la sospecha que no le agrado- me sincero por lo bajo. Mí padre sonríe.
- eso es algo común. Las suegras nunca se llevan bien con los esposos de sus adorables hijos.
- tú pareces llevarte bien con Eros- interrogo.
- si te hace sufrir le corto lo que le cuelga- amenaza muy serio. Antes de poder contestar a su promesa de venganza la puerta se abre y Eros sale a recibirnos.
- justo iba a esperarlos. ¡Se me adelantaron!- luego de un saludo respetuoso a Francisco, me toma de la cintura y me regala un beso en la mejilla.
- estoy algo nervioso- le digo al oído mientras entramos a su casa.
- no le hagas caso a mí madre, ladra pero nunca muerde- resta importancia al tema que me tuvo desvelado toda la noche. No creo que sea tan así.
Miro la estancia y me percato que es más extravagante que la mansión Montenegro. ¡Tiene el techo esculpido con estatuas y figuras griegas!.
- ¡bienvenidos!- dice una voz a lo alto de la escalera.
Todos alzamos la vista hacia lo alto de un escalera caracol totalmente blanca con barandas doradas. Como si fuera una reina, Lucrecia Rosas me mira desde la altura con mirada analítica. Un fuerte escalofrío me recorre.
- ¡Lucrecia!- saluda con animosidad mí padre- ¡siempre tan elegante!-Lucrecia le sonríe fríamente desde lo alto y baja las escaleras con desdén.
- por favor, pasen a la sala, los demás invitados estarán prontos a llegar- Eros la mira sorprendido.
- ¿demás invitados?- le pregunta.
- invité a Mark y a su esposo. Espero no te moleste. Ya que terminaron en buenos términos no será problema a la hora de socializar. A Quillén le vendrá bien un nuevo amigo aparte de vos. Mark es un encanto- me dice con una sonrisa.
Si supiera señora, si supiera. Mark es un demonio vestido de ángel. Y no creo que tenga buenos recuerdos míos de su estadía en la estancia Martínez Avellaneda. Decido callar y regalarle una sonrisa.
Mientras tomamos unas copas en la sala a la espera de la comida ( Eros y Francisco toman Jerez, yo jugo de arándano y Lucrecia licor de menta), la puerta suena y lo peor que puede pasarme en la maldita cena se hace presente.
Mark entra primero, junto a un apuesto hombre de mirada seria. No más al entrar el muy HDP se lanza a los brazos de Eros. Su esposo solo se dedica a mirarlos indiferente, yo lo asesino con la mirada.
- ¡suegra!, ¡Señora Lucrecia digo!. Es la costumbre- saluda Mark a Lucrecia.
- dígame suegra o Lucrecia, lo que más le guste. ¡Tú siempre serás mí preferido!- y con eso la arpía de Lucrecia Rosas me da a entender que un morocho, bastardo y campesino jamás será considerado por ella como un buen candidato para su hijo.
- ¡Quilmes!- dice Mark al verme.
- Quillén- lo corrijo
- es bueno verte de nuevo, ¡te vi en la tele!, ¡diste un buen show!. Supongo que estás aquí por trabajo. Tu cocina a mejorado bastante si lo tienes de chef- le dice a Lucrecia.
- mí hijo no trabaja aquí- agrega diplomático mí padre- ¡él es un Montenegro!, ¡Se merece respeto!.
- disculpe a Mark- lo defiende Lucrecia- es un joven encantador. Solo quiso decir un cumplido que salió mal.
¿Cumplido que salió mal?, Eso fue una clara humillación hacia mí persona.
- ¡todo perdonado!- agrego muy digno- es bueno verte Mark, este debe ser tu esposo- saludo al inmenso rubio- supongo que él si te eligió- golpe bajo lo sé, pero ¡que se pudra por perra!.
Mark me mira dolido y un silencio incómodo cae sobre nosotros, que solo es interrumpido cuando una mujer anuncia que la cena está servida.
La distribución de la mesa es la peor. A mí me toca estar al otro extremo de Eros, sentado al lado del inglés. Mark está pegado al lado de mí chico, ¡y como aprovecha la oportunidad!.
- ¿como van los negocios en México?- pregunta Lucrecia a Francisco cuándo sirven el plato principal. El primero fue sopa, me supe arreglar con los cubiertos porque solo había una cuchara. Ahora que el caviar estaba en la mesa, miraba los cubiertos con duda.
- ¡perfecto!, La economía mexicana es más estable que la Argentina- comenta mí padre- eso hace que mis acciones se mantengan a la alza.
- no cabe dudas- responde Lucrecia.
- Quirón, querido, el cubierto para comer el caviar es él segundo, ese es para postres- me corrije Mark- ¡Tanto servir a los Martínez Avellaneda y nunca aprendiste nada!
Eros se dedica comer en silencio y todos dejan pasar el insulto. Mí padre no debió escucharlo. ¡Esperen un momento!, ¿Eros dejó pasar el insulto?. Observo a Eros y lo veo reír con mucho entusiasmo de algo que dice Mark.
Tomo el cubierto con el que estaba comiendo antes ( el de postres) y sigo comiendo con él.
- es el otro- vuelve a decir Mark.
- ya lo sé. Soy salvaje pero no idiota- contesto. Todos los demás dejan de comer.
- ese vocabulario no es permitido en mí mesa- agrega enojada Lucrecia- cualquiera descortesía es penada mientras yo esté sentada en su cabeza.
Mí padre está por soltar alguna frase diplomática para salvarme cuando agrego:
- pero parece que la indecencia y el descaro están permitidos- Eros pega un salto de la silla y me mira con los ojos desorbitados.
- ¿disculpa?- pregunta Lucrecia incrédula. Mí padre me regala una mirada de advertencia.
- Mark lleva toda la velada coqueteando con Eros, MI novio, frente a su propio esposo y a usted parece no importarle. Oh, en cambio yo respiro y ya es una insolencia. Seamos sinceros señora Lucrecia, el mayor respeto que le falto a su mesa es haber sido trabajador y algo morochito.
Se hace el silencio. Mark me mira con odio y Eros como si estuviera loco. El inglés deja de comer y me observaba curioso. Veo a mí padre, que se ha hundido en la silla en modo "tragame tierra".
Lucrecia me mira incrédula. Su rostro pasa del pálido al rojo en un segundo.
- YO. Crea. Que. Chico. Tener. Razón- dice el inglés con dificultad- Mark. Ser. Malo. Commigo. Y. Con. Él.
Mark se levanta de la mesa y sale del comedor. Su esposo suspira y hace lo mismo, yendo en su busca supongo.
- creo que tú y yo tenemos que tener una larga charla- dice Lucrecia Rosas muy seria.
- como guste señora- la desafío.
- sígueme- me pide, se levanta y me hace señas para el patio. Miro a Eros enojado y salgo detrás de ella.
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✨Un Vals en las estrellas ✨ (BL)
RomanceQuillén tiene un sueño... pero antes debe deshacerse de sus crueles jefes. Eros quiere escapar de su molesto ex novio y para ello pasa el verano en la estancia de su mejor amigo. Una noche estrellada cambiará el destino de ambos y terribles secretos...