Quillén tiene un sueño... pero antes debe deshacerse de sus crueles jefes.
Eros quiere escapar de su molesto ex novio y para ello pasa el verano en la estancia de su mejor amigo.
Una noche estrellada cambiará el destino de ambos y terribles secretos...
Tres ingredientes para el amor perfecto: El momento justo El corazón Roto Y No esperarlo.
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No es la primera vez que me encierran en una jaula. Básicamente llevan haciendo lo mismo desde que tuve cuatro años.
Las primeras veces no me daban alimentos ni agua por semanas. Gracias a Dios que las jaulas estaban cerca del comedero de los animales y ahí, con mucha flexibilidad, podía robar algo de agua.
Cuándo apareció María las cosas cambiaron, a escondidas me traía algo de comer y me acercaba una manguera para que tomara agua. María siempre fue mí salvadora, espero que ahora aclare todo.
Oí desde la casa gritos de furia, afiné el oído y reconocí la voz de Eros. Parecía muy enojado. Luego un portazo y salió por la puerta de la cocina hacia mí dirección.
Se detuvo frente a la jaula y me miró alterado. Nunca lo había visto así.
- ¡no llores!- me dijo al borde de un ataque de rabia. Intentó sonar tranquilizador pero no le funcionó. Llevé una de mis manos a mí rostro y me percaté que estaba llorando.
- ella se llevó la llave- dije sin emoción. El momento me podía, no tenía energía para estar enojado o triste. Dennis había logrado vaciar mí pecho y dejarme con un vacío enorme.
- ¡te sacaré de aquí y no volverás a verlos jamás!- me prometió pateando con sus fuerzas el candado. Le dedique medía sonrisa. Quería creer en su promesa pero no podía. Sabía que solo era eso, una inocente promesa.
- ellos son mis tutores legales. Y sabes cómo es la ley con los ricos- intenté calmarle. No funcionó.
- ¡también soy rico!- gritó- ¡te llevaré lejos, ellos no te harán más daño!.
De la casa salieron más personas y se nos acercaron. Julián venía a la cabeza junto con María. Su padre lo seguía de atrás y su madre, junto a Gabriela abrazaban a Dennis. Al ver la mirada que me dedicó María me di cuenta que Julián le había pegado a su hermana.
- ¡te ayudaré a romper esta cosa!- le dijo Julián a Eros. Juntos comenzaron a golpear con furia el candado.
- ¡no sé para qué lo defiendes!- le habló Dennis a su hermano- ¡Es un ladrón!.
- ¡Quillén no te robo ninguna joya!- contestó su hermano- ¡yo te la vi puesta cuando almorzamos, media hora después que Quillén limpiara tu cuarto!.
Dennis quedó muda. Juleika miró a su hija con seriedad.
