Quillén tiene un sueño... pero antes debe deshacerse de sus crueles jefes.
Eros quiere escapar de su molesto ex novio y para ello pasa el verano en la estancia de su mejor amigo.
Una noche estrellada cambiará el destino de ambos y terribles secretos...
¿Qué es un vals, si no estás tú mirándome?, es una melodía vacía, unos pasos ensayados, y yo careciendo de encanto.
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Luego de volver a la realidad, María y yo abrimos el regalo que Julián le había mandado. Era una cadenita muy hermosa con una mariposa en el centro.
- ¡te solía llamar su mariposa!- le dije en un intento de sacarla de su sufrimiento.
Se notaba que le afectaba el hecho que Julián hubiera aparecido con una novia. A mí en cierto modo también, yo los shippeaba desde siempre y quería mucho a mí mejor amiga, era casi una hermana para mí.
No soportaba la idea que sufriera por un chico como Julián.
- ¡es una broma! - dijo resentida mí amiga- para humillar a la pobre sirvienta. ¡No volveré a caer nunca más en sus juegos!- y rompió en llanto. La tomé en mis brazos y la arrope en un cálido abrazo.
- ¡no sabe lo que se pierde!- le dije al oído- no tiene buen gusto si te dejo por...¡vaya a saber que monstruo!
- ¿qué sucede aquí?- María y yo nos sobresaltamos al oír a Luly en la puerta, rompimos el abrazo y la miramos con vergüenza.
- a María le duele la cabeza- mentí. Luly era muy lame botas con sus patrones, si se enteraba que María estaba enamorada de Julián correría a contárselo a Juleika. No podíamos arriesgarnos a que María perdiera su trabajo.
- ¡que se vaya a dormir!- dijo comprensiva. Me sorprendió verla tan comprensiva, Luly era de esas mujeres cincuentonas que disfrutan ver sufrir a las juventudes con trabajo forzado e insultos de por medio. Lo que ella denomina "hacerse fuerte".
- ¡eso haremos!- dije tomando del brazo a María y dirigiéndonos a la puerta trasera.
- ¡tú no!- ordenó mientras me señalaba- yo y ella nos iremos a dormir. Tú te quedarás a limpiar todo este desastre- miré con sufrimiento la cocina, todo estaba hecho un desastre total. Había platos y recipientes sucios por todas partes.
- lo limpiamos mañana- dije despreocupado, intentando zafar- total nos levantaremos a las cinco a dejar el salón y la casa impecable.
- ¡de eso nada!- rugió enojada Luly- te quedas y ordenas la cocina, ¡o no sabés lo que te espera!- amenazó.
- ¿pero a qué hora dormiré?- dije mirando el reloj, eran pasadas las doce- como mínimo terminaré a las cuatro y a las cinco deberé ayudarte a limpiar la casa.
- un día que no duermas no te hará nada- minimizó. María hizo un amague de defenderme pero le hice un gesto para que no hablara, estaba bien.
Un vez se fueron me quedé limpiando la cocina con toda la energía posible, tenía que terminar rápido para poder dormir aunque sea una hora. No lo logré, terminé de ordenar a las cuatro y cuatro de la mañana. No iba a poder dormir nada en cincuenta y seis minutos.
Fui a mí habitación, me quite el esmoquin y me vestí con algo más cómodo: un pantalón de gimnasia, un remerón y unas zapatillas viejas. Miré mí cama con amor y me convencí que el castigo iba a ser peor por quedarme dormido que por no dormir. Para no ceder a la tentación salí hacia el estanque que quedaba a un buen trecho de la casa.
El estanque era una pequeña laguna que se formaba debajo de las cascadas que tenía el río a menos de un kilometro de distancia de la casa. Es un lugar precioso.
Imagínense un pequeño bosque de álamos y pastizal rodeando un espejo de agua que solo es perturbado por el ruido proveniente del río que cae de una alta roca. Alrededor de dicho espejo de agua, un verde pasto, salpicado de pequeñas flores silvestres hace límite entre la corriente y las rocas de la orilla. Parece sacado de un cuento de hadas.
Es mí refugio, el único lugar en el mundo donde puedo estar tranquilo. Vengo muchas veces a practicar mí baile. Suelo moverme al ritmo del agua y crear pasos inspirados en los choques de la misma contra las rocas. Está noche no iba a ser la excepción.
Me coloqué los auriculares y dejé que "Edge Of Glory" de Lady Gaga inundara mí mente, porque eso era lo que necesitaba en estos momentos: caminar triunfal hacia la gloria.
Esa canción me llenaba de esperanza. Me decía al oído que saldría de ese campo y triunfaría en el mundo del baile con mí arte.
Comencé a bailar con furia. Me sentía furioso y quería sacarme esa energía negativa de mí cuerpo. Me sentía furioso con Julián por lastimar a María. Furioso con Luly por ser tan cruel conmigo y furioso con Dennis porque la odiaba y ya.
Luego la calma me acogió en sus brazos y bailé con más lentitud, cuidando los movimientos. Me sentí mejor, en unos minutos me tocaba un largo día de trabajo y algo me decía que podría hacerlo, como lo había hecho desde que tenía uso de razón.
Era un infierno trabajar con los Martínez Avellaneda pero no era algo tan cruel. Podría ser peor. Podría estar en un orfanato o alguna institución para huérfanos.
Sí, soy huérfano. Nunca conocí a mis padres, solo sé que me dejaron en los pajonales y Luly me encontró.
Unos aplausos me devolvieron a la realidad.
Miré desconcertado de dónde provenían y me quedé en blanco. Desde las sombras, Eros Rosas me aplaudía recostado sobre uno de los álamos y me miraba con una sonrisa divertida en la cara.
- ¿Qué haces acá?- logré preguntar luego de un largo silencio.
- la fiesta estaba aburrida, salí a tomar aire y te vi pasar por el campo a media noche. Te seguí- contestó con desinterés. Algo me decía que ese era su modus operandi, ser desinteresado todo el tiempo.
- ¿me seguiste?- pregunté incrédulo.
- sí, me pareció peligroso que vayas solo por los campos de noche. Te puede pasar algo malo- lo observé con mucha atención.
Buscaba ver algo de interés genuino pero no encontré nada, solo una mirada vacía y desinteresada. Me regaló una sonrisa al descubrir mis acciones. No pude evitar caer preso de su hechizo. Sus dientes parecían brillar a la luz de la luna, al igual que su cabello.
La luar lo favorecía en demasía. Le daba un aire seductor y misterioso, como un vampiro a punto de comerse a su presa.
- ¡pues gracias!- le contesté luego de ordenar mis pensamientos- pero sé cuidarme solo.
- nunca dije lo contrario- se excusó- ¡bailas bien!.
- ¿cuanto tiempo has estado mirando?- pregunté cayendo en el pozo de la vergüenza.
- desde que comenzaste a bailar- dijo sin más.
- ¡ósea que me has estado mirando como un acosador desde hace un buen rato!- lo acusé. Se encogió de hombros.
- me atrapó tu baile. Fue... Hechizante, no pude hablar solo observar. Nunca me hubiera perdonado romper un momento tan hermoso.
Menos mal que aún el sol no iluminaba por completo el horizonte o notaría que me había sonrojado. Caí en la cuenta que estaba el amanecer encima de nuestras cabezas cuando sus cabellos atraparon los primeros rayos y lo reflejaron en el estanque como si fueran piezas de oro.
- creo que debería volver- dije mirando mí celular, eran las cinco en punto de la mañana- Luly se pondrá furiosa si llego tarde.
- ¡vamos!- dijo y echó a andar. Le seguí el paso con indecisión. Había algo maravilloso y terrorífico en su aura. Una cosa era segura: me gustaba y mucho.
