1 | PRIMERA ACTUACIÓN

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¿Conocen ese dicho de que dice “el que madruga, Dios lo ayuda”? Espero que sí, porque yo no lo he soltado desde que lo conocí

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¿Conocen ese dicho de que dice “el que madruga, Dios lo ayuda”? Espero que sí, porque yo no lo he soltado desde que lo conocí. Siempre me digo que, de no ser por las clases a primera hora, las horas de madrugar y los incómodos momentos cuando mis compañeros llegan tarde, no estaría esperando un milagro o esa bendita ayuda que tanto dicen. Porque la necesito. No voy a mentir, la presentación se otoño me está comiendo vivo y lo único que puedo hacer es rezar y llorar.

Si no renuncio, es por dos razones. Una más cuestionable que la otra y son: La primera, porque me ganaré puntos extra y la segunda, porque Jaz está aquí.

El taller de actuación es sencillo, solo debo reclamar a los participantes porque no usan el atuendo que corresponde, gritar de molestia porque la bocina está dañada, estresarme debido a que la pintura para el escenario no es similar y sentir que me voy a infartar porque el guion no está listo. Así de sencillo. Así de impecable.

—Este es el guion de los protagonistas, me avisas si necesitas cambios. —Gabriela, la encargada de diseñar el escenario me tiende unas hojas con manchas de pintura.

—¿En dónde está la guionista?

Ella se encoge de hombros, desinteresada.

—Que iba a revisar el sonido de fondo, vete tú a saber, está con Aiden. —Me da unas palmadas en la espalda y luego pone los brazos en jarras—. ¿El vestido de la princesa era rosa?

—Azul.

Gabby chasquea los dedos como haber encendido un foco en su cabeza y automáticamente comienza a dibujar sobre un trozo de cartón que, a decir verdad, no tengo ni la menor idea de donde lo sacó. Siempre que necesita algo, aparece en segundos. Estoy seguro de que es una especie de magia, ella es una brujita especial que sabe manipular las cosas —de buena manera— cuando es necesario.

Leyendo las hojas entregadas, echo un vistazo a la parejita secundaria que están detrás del telón, riendo con tanta emoción que me dan envidia. Yo también quiero estar así de despreocupado, ahora que encendieron mis motores de mal humor, voy a ordenar actuaciones exigentes o los saco (aunque sean amenazas vacías). El público, que solo es Elías y su balón de voleibol, esperan en los asientos de la tercera fila. Cuando mi amigo ve que lo estoy viendo, levanta la cabeza y me da una sonrisa con ambos pulgares al aire.

—¡Ellos vendrán pronto! —exclama animadamente.

Lo estoy dudando.

La cosa es así: Pusimos carteles para dar a conocer nuestras obra, los papeles que deberían interpretar e ignoramos que deberían ser un poquitito profesionales, solo necesitábamos ayuda. Pero conozco este colegio, tanto que los veo capaces de meterse a otros talleres con el pretexto de no tener tiempo libre para los ensayos. Son unos insensibles, ¿no ven que estoy en un aprieto tan desastroso? ¡Yo tampoco tengo tiempo libre y aquí estoy porque quiero elevar mi puntaje!

Melodía de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora