16 | PRIMERA REGLA: NO ENAMORARSE

120 11 65
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Las cosas han perdido ritmo.

Siento como si una bomba atómica acabase de impactar justo frente a mis ojos, y que no tuve otra opción más que renacer. No me siento como yo, es incómodo.

Cierro los ojos y lo veo.

Los abro y lo pienso.

Tarareo una canción y se interrumpe por el recuerdo.

Me besó.

Aiden me besó.

Aiden...

Wow.

Voy a fingir que no pasó.

Esto es una completa locura, tanto que... Agh, no tengo palabras. Solo puedo agradecer que el profesor haya llegado a interrumpir, aunque no sé si se enteró. Lo que sí es bastante obvio, es que, en esta inexistente guerra iniciada por Iván, nosotros ganamos.

No de la manera cuerda, pero lo hicimos.

Lo que Aiden dijo no fue tan simple como «salimos en secreto», no, fue tipo «no miento cuando digo que nos amamos igual que nuestros padres en su día de boda, es por ello que les pido apoyo dada la situación de que fuimos expuestos por un romance privado». O bueno, puede que mis palabras sean exageradas, pero juro por lo que sea que sonó como un idiota enamorado.

Si su plan fue manipular al salón entero para que muestren compasión y eviten propagar el drama innecesario, tengo cero dudas de que lo logró. Lo único que no me gustó fue su método de hacerlo. Soy sincero, odié ese momento, deseaba fundirme en la pared, desaparecer y nunca reaparecer.

-¿Lo vas a seguir ignorando? -Elías ladea la cabeza, enarcando una ceja.

Ahí está el otro punto, que al salir del salón, con el pretexto de que tenía hambre, no volví y me encerré en el baño de la vergüenza. Unos minutos me sentí esperanzado de que sirviera como apoyo para eliminar mi nombre de sus bocas. Luego me arrepentí de pensarlo porque mis compañeros tendrían un nuevo rumor. He de admitir que en clases lo ignoré, apenas llegamos a cruzarnos en los pasillos porque pasó más tiempo dentro de su taller y yo hice lo mismo, aquello fue gracias a nuestros horarios.

-No lo estoy ignorando.

Entorna los ojos, fastidiado.

-Hasta un niño de cinco años vería que están separados, y que tú lo evitas a toda costa.

-Claro que no, hemos cruzado en los pasillos.

-Sí, y en la biblioteca pero te escondiste. -Eleva el índice al aire-. En el comedor pero saliste por la ventana. -Suma el dedo medio, como si tratara de hacer una lista sobre mis ridiculeces-. En los , pero te encerraste otra hora hasta que se fue. En el auditorio, pero ocupaste el último lugar para no verlo. En el...

Melodía de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora