4 | EN MIS RECUERDOS

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Ahí estoy yo, empapado con la lluvia, sintiendo el frío en mi cuerpo temblando, el viento provocando ardor a mis pulmones y mis huesos tan débiles que no puedo mantenerme de pie

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Ahí estoy yo, empapado con la lluvia, sintiendo el frío en mi cuerpo temblando, el viento provocando ardor a mis pulmones y mis huesos tan débiles que no puedo mantenerme de pie. Entonces, lo veo entrar junto a una chica cuyo rostro es difícil de descifrar, van tomados de la mano y sonrientes. Cuando intercambio miradas con él, me mira con tanto desprecio y asco que el sentimiento es real. Y, como es poco, siento el abrumador espacio, escucho las risas de quienes me señalan, lo soporto hasta el punto de comprender que él también lo hace y me da la espalda. Se ríen de mi, mascullan lo patético que soy, el ambiente se torna oscuro, las luces comienzan a parpadear, no escucho nada, mi cabeza comienza a dar vueltas.

Y despierto.

Mi respiración hace ruido aparte de los sonidos de la televisión, he despertado agitado y con el sudor bajando por mi frente. Fue una pesadilla, algo que tenía tiempo sin hacer. La culpa me está asfixiando hasta este nivel.

Con el control remoto en manos, pulso el botón rojo y la pantalla negra me hace ver mi reflejo, vestido en pijama, sin bañarme y con manchas de helado en la ropa. Lo dejo encima del sofá, de vuelta a las escaleras y subo a mi cuarto. De primera me voy un baño rápido, abro las ventanas para dejar entrar aire puro y me siento en la alfombra, apoyando la espalda entre mi cama, dejando reproducir música en mi móvil. Saco todos mis útiles de la mochila, buscando entre ellas algunas tareas que tenga pendientes, guardando los libros de texto en el cajón de la mesa, ordenando las hojas impresas que entregaron los profesores. Por inercia desvío la mirada hasta la caja de madera, la cual hice en un proyecto con materiales reutilizados, esa misma que Aiden me ayudó a darle forma porque mis dibujos y los patrones que escogí fueron un asco.

Lo recuerdo como algo divertido, las risas no cesaron hasta terminar las clases, nuestra mesa era un caos y tuvimos que lavar las sillas por el pegamento derramado en ellos. Creo que perdimos tres clases, dos fueron para buscar artículos de limpieza y una porque subimos al techo pese a que era ilegal, si no fuimos descubiertos fue gracias a un excompañero. Estábamos rodeados de buenas personas, contábamos con su ayuda y apoyo incondicional. Aún quiero buscar los días en los que dejamos eso atrás para guiarnos por lo que otros decían, alejándonos por completo, dejando de ser nosotros.

La abro despacio, evitando mover agresivamente los trozos de madera con el que fue elaborado. Hay círculos deformes de silicona, recortes de estrellas o figuras geométricas pegadas en la tapa, las hojas amarillentas resaltan una vez que veo el contenido guardado durante años. Fueron pequeñas notas nuestras, escritos de frases motivacionales que sacamos de internet, poemas cortos que me gustaba escuchar cuando Aiden los leía para mi. Viéndolo por otro lado, éramos demasiado empalagosos y cursis, ¿por eso admitió la verdad en las palabras de Xander? Sigo sin creerlo. Fui yo entre tantas personas, tuvo que mencionarme, arriesgándose a dejar nuestra amistad en el filo de un cuchillo. Era yo, y no sé si fue por esa clase de intimidad que tuvimos.

Melodía de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora