21 | ACCIONES

55 5 1
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


|AIDEN|

Siempre he pensado que el amor no debería ser complicado, las personas deben amarse y ya, sin tanto drama.

Claro que te van a romper el corazón, vas a llorar, habrán días en los que te sientas estancado porque la relación retrocede, inclusive no sabrás qué hacer y llorarás a la primer pelea. ¿Quién puede evitar dichos problemas? Si fuera tan sencillo, jamás se acabarían las relaciones que inician, ni siquiera esas a las que te aferras con cinco años.

Sin embargo, a veces no se trata solo de eso, sino de hacer un cambio contigo mismo ya que existen las opiniones externas. Opiniones que nadie las pide, pero que todos comunican.

Y, creo que, si no fuera por ellos, desde hace mucho sería libre.

Estoy en el escenario, esperando a que Gabriela termine de hacer algo con mi cabello, luce extremadamente seria y gracias a que jamás me involucré con ella, no tengo intención de preguntarle lo que pasa. Únicamente somos cuatro, el resto deberían estar en busca de los profesores para entregar actividades pendientes ya que tenemos hora libre, quise hacer lo mismo para no acumular tensión, aunque es imposible porque de alguna u otra manera tengo que enfrentarme a lo que hice. No obstante, también me hubieran descubierto haciendo nada ya que cumplí con todo a tiempo, para mi no hay solución.

La puerta se abre dejando a los integrantes faltantes, incluyendo un colado, quienes saludan aclamando lo bien que les fue y tiran sus mochilas a las butacas. Inconscientemente dirijo mi atención al chico que permanece de espaldas, está guardando un par de libros y de vez en cuando sacude la cabeza de tal manera que su cabello se despeina; después se incluye a la conversación de Jazmín y, cuando me nota, ni siquiera me sostiene la mirada por cinco segundos, lo que me hace brotar una dolorosa punzada en el pecho.

Han sido dos días, tiempo suficiente para acumular preguntas respecto a lo que pudo pasar, rumores y chismes de lo que cada uno quiere creer, y pese a que va como lo quiero, como desde el inicio lo planeé, no me siento satisfecho.

Pensé que iba a ser fácil porque estuvo evitándome durante cierto tiempo, pero no es lo mismo, porque al menos tenía la certeza de que podía hablarle y él, de mala gana, me respondería. Pero lo haría.

Ahora no tengo ni eso.

Creo que ese es el problema conmigo, que pienso y pienso, creo que todo saldrá según mis pensamientos y sale tres veces peor de lo que puede ser. Pienso que me hará sentir bien y me hace sentir miserable, pienso que no habrá mucho problema y todo el mundo se vuelve un lío. Pienso, pero no pienso de una manera realista.

Aún así, mi mente no borra esa idea de que en los siguientes minutos, de puro milagro, Aris entenderá si le explico lo que sucede conmigo. En el fondo estoy deseando que sea real. No quise terminar lo que teníamos porque sí, no fue capricho, no fue nada de lo que su cabeza pueda imaginar. Lo pensé mucho, demasiado, me hizo un tormento de emociones y me dejó sin dormir varias noches. Sin embargo, debo admitir que sí tuve una segunda intención, quería usar la pregunta como una jugada para saber si acaso existía una pizca de sentimientos dentro de él.

Mi jugada salió mal.

Quería verlo aferrarse, hacerme un millón de preguntas, cuestionarme hasta la existencia, pero que hiciera algo. Quería que me dijera que seguía siendo mío incluso si nunca lo fue, que estaríamos bien, que existiría forma de resolverlo a pesar de mi carácter al perder la cabeza… Quería escucharlo decir más.

Lo único que hizo fue sonreír, acceder a mis palabras e irse.

Maldición.

—Puedo hacer la actuación de una vez —articula Josafat, buscando forma de quitarme del escenario.

Posa su mano en mi hombro, como pidiéndome que me levante y no lo hago, al contrario, finjo no entender y observo en dirección a Jazmín.

—Aris quiere la repetición desde el inicio —expone ella, quitándole el guion de las manos.

—Puedo hacerlo.

—¿Desde cuándo estás interesado? —me escucho decir.

—¿No puedo estarlo?

Arqueo las cejas, desafiándole de la misma manera que lo hace conmigo.

—Es sorpresivo que lo estés.

—Lo he estado desde siempre, es un pasatiempo.

—Ya veo.

Hace presión suave a mi hombro, lo ignoro por segunda vez.

—¿Puedes levantarte? Debo usar la silla.

—Usa otra.

—Tengo que usar esta.

—¿Según quién?

No pierde oportunidad en señalar al responsable e inevitablemente se me escapa una risa. Me mira confundido.

—Yo no lo escuché decir algo.

—Porque tú solo escuchas lo que te conviene —reclama y prosigue a cruzarse de brazos—. ¿Por qué estás tan irritable hoy? ¿Te terminó la novia y no me enteré?

—Novio —corrijo—, y no me terminó, nos dimos un tiempo.

Hace una mueca, aparenta darme lástima a lo que resoplo.

—Pues lo siento mucho, ahora dame permiso, debo practicar.

Si ya no respondí, fue porque Aris se presentó.

Sus ojos rojos se mostraban más cansados de lo habitual, creo que iba de mal en peor, ni hablar de que bosteza cada dos minutos, me hace pensar que no está listo para nada. No obstante, olvido todo lo que he imaginado cuando escucho a Josafat decir:

—¿Pasaste la noche subiendo de nivel?

Y me hierve la sangre en el momento que Aris sonríe, dándole la razón.

—Me interesó demasiado, pensé que se me quitaría luego de un rato, pero accidentalmente me di cuenta cuando eran las dos de la mañana.

—Es adictivo.

—Voy a tener que creerte si dices lo mismo con otro juego.

Ambos ríen y continúan a acomodar no sé qué. Entrecierro los ojos.

¿Este chico siempre fue fácil de tratar? ¿O solo es incapaz de mantener una conversación conmigo?

Imaginar lo segundo me hace sentir una segunda punzada.

Este día no puede ser peor.

Mi nula presencia en el escenario me hizo tener muchas dudas.

¿Desde cuándo se hablan? ¿Por qué? ¿Qué tan bien se llevan? ¿Acaso Aris lo dejó de ver como acosador? Aunque claro, eso jamás lo dijo, pero fue similar.

Mientras él está ahí arriba, brillando como la estrella que es, el resto contempla lo mucho que ha mejorado la naturalidad de su actuación, es como si existiera algo detrás que le hizo ser apasionado a lo que hace. Está concentrado, tanto que no dirige su mirada a nadie en específico, creo que todos estamos de acuerdo en que luce como un niño entretenido a su juguete favorito, y estar en el centro, visible ante las luces, le hace saber que tiene un enorme poder.

Daría todo por entregarle la luz de la luna, es tan precioso como ella.

Él es tan lindo como una nota musical.

Melodía de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora