10 | EL ÁRBOL DE LOS SECRETOS

167 17 35
                                    

Si no me encontré con Aiden en la segunda, ni la tercera y mucho menos en la cuarta clase de dos días después, fue porque lo estaba evitando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Si no me encontré con Aiden en la segunda, ni la tercera y mucho menos en la cuarta clase de dos días después, fue porque lo estaba evitando. Discretamente, pero lo hice. Para su suerte, mi tiempo de escape no duró mucho porque un profesor me descubrió y me mandó al aula. Mentí, dije que estaba animando a la clase de artes, en la que Gabby estuvo pintando arte abstracto. Pero no me creyeron porque no hubo taller en esos días.

Cuando llegué al salón, el profesor ya había puesto alumnos en pareja y mi primer pensamiento fue Eli. Luego, toda esa ilusión se rompió cuando lo vi con un compañero que no recuerdo su nombre. Me acaba de gritar que no tengo amigos.

—¿Por qué tengo que estar contigo? —suelto incómodo.

—Ya te dije que fue decisión del profesor y las calificaciones de Elías son aptas para que sea tutor por separado.

—Pero apuesto que él quisiera ser mi tutor.

Su sonrisa se extiende.

—No, él me advirtió que es difícil explicarte unas ecuaciones básicas y fácilmente te distraes, también dijo que no tolera que te aproveches de que es tu amigo para que haga tus tareas.

Que vergüenza. Se lo dijo a él, mi rival más reciente.

—Entonces… —continúa hojeado el libro—. Me parece correcto que sea yo, así aprovechamos para hablar de otras cosas y no dejaré que te aproveches de mi.

—Ya quisieras.

Deja de darme atención para centrarse en leer la actividad, escribe rápidamente en una hoja libre y me la entrega. No sé qué clase es, tampoco sé de que trata lo que me dio, ni porqué lo reescribe. No obstante, me veo obligado a mantener un gesto neutro, asentir de vez en cuando y hacer preguntas básicas para que crea que entiendo. Apenas sé en donde estoy parado. Odio tanto las actividades en parejas o equipo, me hacen ver más idiota de lo que soy.

Estoy metido en ver los dibujitos del pizarrón, la explicación acabó hace minutos y mientras más leo, menos entiendo. Aiden exhala y me tiende un bolígrafo.

—¿Entendiste?

—¿El qué?

—Todo.

Me cruzo de brazos, apoyando mi espalda al respaldo de la silla.

—Podemos tomar un descanso —agrega segundos después.

—Pues yo ya lo estoy tomando.

—Bien.

Él imita mi posición, manteniendo silencio en cada movimiento. Ambos miramos al frente, supongo que pensando en nada.

Melodía de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora