Lauren
Camila estuvo en mi mente toda la maldita noche. No hemos hablado desde que me dijo claramente que no quería tener niños. Reviso algunos papeles en mi escritorio mientras pienso. Tengo treinta y cinco años. Definitivamente no me estoy volviendo más joven y pasé la mayor parte de mi vida adulta creyendo que algún día tendría niños. Quería niños. Entonces el huracán Camila atravesó mi vida y mi corazón. La puse en un pedestal. Estaba segura de que era perfecta. Ahora, ya no es tan perfecta. ¿Pero eso significa que es menos perfecta para ti? Pensemos sobre ello. No hay forma de que venda The White Rabbit, lo que quiere decir que todos mis fines de semanas serían demandantes y frenéticos. No sería capaz de pasar las noches de los fines de semana con mi familia. Me encantaría que Camila estuviera conmigo en el club y no será capaz de hacerlo si estuviera embarazada o en casa con nuestros hijos. Además, es la dueña de Safira. ¿Cómo podría trabajar con un hijo al que cuidar? Sería injusto que tuviera que cuidar a nuestros bebés todo el día y toda la noche mientras yo tengo negocios del club hasta tarde. Básicamente estaría criando a un niño sola. ¿Qué tipo de madre sería yo? Amo a Camila.
Y eso es todo lo que cuenta, ¿cierto? Algunas veces el amor no es suficiente. He llegado a la conclusión de que quizás los niños no están en las cartas para mí. Y estoy sorprendida con cómo me siento acerca de ello. Estoy bien con ello. No amo la idea pero nunca me paré a pensar acerca de cómo afectaría el estilo de vida que llevo el criar a un niño. Es una parte importante de mí. No quiero renunciar a eso. ¿Así que tal vez…? Sonrío para mí, tomo mi billetera y me dirijo a la puerta.
***
CamilaRawr Raaawr
—Demonios nena, ese es un sonido desagradable.
Me congelo. Mis ojos se amplían a medida que me giro lentamente hacia la puerta. Ahí está de pie una Lauren sonriente, con su hoyuelo y todo. Ah, de acuerdo… Estaba un poco asustada. Pensé que habíamos terminado. No sé qué está pasando ahora mismo, pero está sonriendo. Trago con dificultad y me encojo de hombros. Explico suavemente:
—Sigo olvidándolo. Sólo necesita nuevas baterías y alguien que las cambie.
Camina hacia mí y pone su mano en mis caderas. Baja su rostro hasta que sus labios se encuentran con los míos y dice contra ellos:
—Haré que lo reparen, nena.
Mi corazón salta.
Estoy aturdida brevemente. Después de un momento en el que permito que mi cerebro tartamudee pregunto suavemente:
—¿Esto quiere decir…?
Besa ligeramente mis labios y responde:
—Sí, cariño. No niños. Está bien por mí.
¡Por la barba de Zeus! El alivio corre por mis venas y una familiar calidez se esparce por mi cuerpo. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y la sostengo con fuerza. Hago esta horrible risa-llanto y ni siquiera me importa que tan estúpida suene. Beso sus labios con fuerza y digo en un susurro.
—¡Oh por dios! —Llanto-Risa—, pensé que te había perdido —Beso-Hipo-Risa— Anoche fue la peor noche de la historia. —Sollozo-Beso—. ¿Estás segura? —Bufido-Beso.
Se ríe entre dientes y me levanta. No tengo otra opción más que envolver mis piernas alrededor de su cintura. Me sostiene con un antebrazo debajo de mi trasero y el otro a través de mi espalda. Responde tranquilamente:
—No tengo vida sin ti, nena. Tú eres eso para mí.
Me echo a llorar y ella me balancea. La agarro fuertemente como si fuera a desaparecer. No me importa quién esté mirando. Nat, Lola, y Mimi, todas vitorean, dan chillidos y ríen alrededor de la tienda. Escucho a Nat gritar,