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Recién comenzaba el viento de otoño a inicios de octubre cuando las hojas no tardaron en descender del cielo y pintar las calles de New York en tonos cálidos y café; parecía un comienzo de cuarto trimestre como cualquiera de los casi veinticinco que he vivido, se podría decir que lo único que había cambiado eran algunas zonas de la ciudad o negocios que cerraban por bancarrota y nuevos que se inauguraban, lo que nunca imaginé esta vez fue que esa chica de ojos color otoño llegara a mi vida, desde ese entonces la monotonía de mi vida se transformó en el auge de un camino sin vuelta atrás.

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora