Miradas que dicen mas

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Cuando el reloj marcó el fin del día no pude estar más feliz, necesitaba aire y lo necesitaba con urgencia, como pude divague por la escuela hasta que finalmente pude dar con una salida hacia los jardines, una vez allí me senté en una de las bancas, desate mi pelo y expire con fuerza para luego mirar hacia el alto edificio de adoquines azules ¿Realmente pertenecía aquí?

Una parte de mí estaba convencida de que este no era mi sitio, ni siquiera tenía claro porque me querían aquí en primer lugar, la sola idea de la magia me parecía absurda, pero, aunque lo negase había otra parte de mí que se aferraba a la idea de realmente ser una bruja. Pues a pesar de lo mucho que me aterraba eso al fin explicaría porque siempre me sentía fuera de lugar. pero sobre todo me daría un lugar al cual pertenecer. Al pensar en ello fue inevitable no revivir las palabras de mi madre, ella siempre se aseguraba de recalcarme que era diferente y anormal y que por ello nunca encajaría en ningún lugar. Muchas veces pelee con ella negando aquella afirmación, pero para este punto me era difícil no pensar que tal vez después de todo tenía razón y no había un lugar para mí. 

Mire hacia el cielo intentando contener las lágrimas y suspire cayendo en cuenta de lo fácil que me estaba dando por vencida, así que me limpie las lágrimas y negué ¡No!, eso no podía ser cierto, me negaba a admitir que ella tenía razón, tenía que encajar en algún sitio, estaba segura de ello. Volví a limpiar mis mejillas y suspire, apenas era el comienzo, le probaría a todos que se equivocaban o al menos haría lo posible por hallar respuestas después de todo este era mi deseo y un mal día no debía definirme ¿Verdad?

No, no, claro que no ¡No me rendiría tan fácil! Tenía que probarme a mí misma que podía hacerlo, aún no sabía cómo, pero lo haría, después de todo no dejaban de repetirme que una bruja se escondía dentro de mí, esperaba que así fuera.

Me quede sentada otro rato contemplando el lugar dejando de lado el hecho de que no podía escapar la verdad era bastante bello. En el centro de los jardines se alzaba una enorme fuente de mármol, esta me recordaba un poco a aquella que había iniciado todo esto en primer lugar, era gigante, enmarcando esta podías observar una serie de caballos simulando un trote hacia la cima, en el centro un pequeño altar y sobre este una mujer con el cabello ondeando y mirando hacia el horizonte, a los pies de esta una multitud de criaturas mirándola devotos; quise acercarme a verla mejor cuando en ello tropecé con algo, mejor dicho con alguien.

—Disculpa no te vi.

Se puso de pie y negó sin mirarme a los ojos, este hecho me inquieto, pero más lo hizo el percatarme de lo puntiagudo de sus orejas y el ocre de su piel, un tanto temeroso alzó su rostro viéndome fijamente, sus facciones eran muy finas y el gris adornaba su iris, su cabello le llegaba por arriba de las orejas y las puntas salían en todas direcciones, al ver que lo observaba carraspeo—¿Terminaste de observar? Odio que la gente lo haga. —Me quede pálida ante su pronto cambio de actitud, él se cruzó de hombros y me miró molesto —Y bien ¿Terminaste ya?

—Yo.... Este, no era mi intención, no te vi, fue un accidente, disculpa. 

Él giro los ojos—Si claro, ríete de mí y vete ya, quiero estar solo.

—¡Pero ¡qué dices! ¿Por qué me reiría de ti? tropecé por accidente, es todo.

Él abrió los ojos y me observo con una mezcla de confusión e incredulidad, para luego llevarse las manos al pelo y murmurar—Mmm, esto es nuevo.

Arque una ceja —¿Cómo? —Él negó como tratando de pasar del tema, pero no, esto no se iba a quedar así, por lo que un poco dudosa volví a preguntar —¿Qué es nuevo?

El suspiro y se encogió de hombros—Pareces apenada, eso no es común.

—No parezco apenada, realmente lo estoy, en verdad lamento mucho lo que pasó. —le tiendo la mano—Mi nombre es Adeleila y espero puedas perdonarme.

Legitima HerederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora