Una cita de revelaciones

101 65 54
                                    

—¿Seguro qué es por aquí? Las veces que e bajado con los chicos al pueblo usamos el sendero en el bosque junto al colegio.

—Conozco el camino, pero no vamos ahí.

—¿Entonces a dónde vamos? ¿Creí que iríamos a cenar?

Él ríe—Y eso haremos, pero ten paciencia, te va a gustar, ya lo veras.

Seguimos caminando entre los árboles, la noche estaba un poco fresca pero la luz de las estrellas adornando el paisaje me ayudaba a no pensar en ello, observo con atención el cielo y me sorprende verlo tan despejado, creo que nunca lo había visto tan claro, veo pasar lo que parece una estrella fugaz y me detengo, Milton me observa confundido—¿Qué ocurre?

Niego—Solo...olvidalo, es una tontería.

—¿Y por qué lo es?
Suspiro—Solia subir al techo de mi casa y ver las estrellas, de alguna manera me reconfortaba, sentía que su resplandor iluminaba mi tristeza.
—Eso es lindo, no veo porque lo vez como algo tonto.
—Es solo que acabo de darme cuenta que veía todo a medias, incluso las estrellas.
Él se encoge de hombros—A veces necesitamos un cambio para ver todo con claridad.—Luego de eso toma mi mano—¿Vamos?.—Asiento, pasa su mano por mi cintura y tira de mi hacia arriba para subirme sobre un pequeño peldaño, luego me suelta y salta, una vez arriba vuelve a tomar mi mano y señala hacia el frente—Es por aquí.

—Yo sigo viendo todo igual.
—No desespere señorita, casi llegamos, ves ese hueco entre los árboles.—Señala dos troncos cruzados y yo asiento—Hay que pasarlos y habremos llegado.—De pronto voltea y me mira pícaro—Pero, ya que estás tan ansiosa por llegar ¿Qué te parece hacer una pequeña competencia?

—¿Competencia?
—Si, ambos correremos y el primero que atraviese los árboles gana.
—¿Y qué ganará?
Se gira y empieza a correr—Tienes que ganar para averiguarlo.

Comienzo a correr tras él—¡Eso es jugar sucio!.

Él ríe—Solo aseguro mi premio, ahora alcanzame si puedes.—Lo veo murmurar algo y luego se eleva por los aires pero para mí sorpresa baja a mi lado, yo lo miro confundida.

—¿Qué pasó con eso de ganar?
—Al estar aquí contigo ya gane.

Me sonrojo y luego de eso toma mi mano y corremos juntos hasta lo que parece un claro, al llegar nos soltamos y luego de reír me detengo un momento para tomar aire, cuando he recuperado el aliento miro el lugar donde estoy. Hay flores por todos lados y los árboles se alzan tan altos que se entrelazan entre ellos creando una cúpula natural, en el centro de esta se halla un pequeño lago con agua transparente, observo el lago con detenimiento y algo salta de ella, brinco sobresaltada, lo que hace reír a Milton
—Son duendecillos de agua, son inofensivos.—Me tranquilizó y los observo con detenimiento son pequeños seres con piel como de cristal, orejas puntiagudas y grandes ojos azules, estos juegan cual pequeños niños en la orilla, salpicandose agua y creando con sus manos pequeñas figuras.

Cuando dejó de observarlos Milton saca una cesta detrás de los arbustos, extiende un pequeño mantel tejido junto al lago y ambos tomamos asiento, cuando estamos por cenar veo pequeños destellos salir tras el follaje—¿Son luciérnagas?

—Se llaman Lucins, son pequeñas hadas de luz, les gusta concentrar la energía para crear pequeñas esferas luminosas y luego soltarlas. —Mientras continua explicando pequeñas Lucins volaban por todo el lugar, alumbrando cual farolas, yo las veía maravillada.

—Veo que te gustan.

—Si, son muy bonitas, gracias.

—No tienes nada que agradecer, me alegra hacerte feliz, ¿cenamos?.—Asiento, él sirvió un par de bebidas espumosas, trozos de una fruta rosada que jamás había visto y un par de panecillos de alga, trate de no hacer una mueca ante estos últimos ya que la última vez que los probé no me gustó su sabor fuerte.

Legitima HerederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora