CAMBIÓ

Cinco

— No tiene solución. Lo perdimos.

Kangmin ignora los murmullos de sus amigos, como lo estuvo haciendo desde hace unos días, por hablar mal de Yeonho. No es que lo hayan insultado, simplemente escucharon típicos rumores sobre superiores y no quieren que se acerque a un miembro de los rebeldes.

— Sólo tienen mala reputación, Kangmin, ¿No entiendo por qué quieres ser su amigo?

— ¿Qué hay de su amigo? – deja de mirar "disimuladamente" la mesa en donde Yeonho y Yongseung meriendan – Todos lo conocen, es el mejor en su clase y es amigo de Yeonho, pero a nadie le desagrada.

—  Porque es el mejor en su clase.

Uno de sus amigos hace una señal con la mano, indicando acercarse y Kangmin lo hace.

— Es porque realmente no son amigos – avisa a los demás también acercarse – Lo está instruyendo por un buen camino. Según cercanos a su clase, Yeonho-sunbaenim obedeció por primera vez, sobre hacer sus deberes y dejar de holgazanear. Desde ese momento, comenzaron a ser más "cercanos".

— Yo también lo escuché – dice otro – Dicen que pagan a Yongseung-sunbaenim, para vigilarlo de cerca.

— Me pregunto, si Yeonho-sunbaenim lo sabrá – dice el más jóven en el grupo, no es Kangmin, mirando hacia su mesa – Parece que lo considera su amigo, pero no sabe que sólo sigue órdenes.

— Debe saberlo. Me dijeron que suelen discutir.

— ¿De dónde sabes eso?

— Contactos.

Kangmin vuelve a mirar a los supuestos amigos. Yeonho mirando ansioso el apetitoso almuerzo de Yongseung, mientras el suyo tiene verduras.

Mira su propio plato, a base de las mejores recetas de su madre para las primeras semanas de su hijo en la escuela; y vuelve a mirar a Yeonho, intentando robar la comida de Yongseung, pero falla.

Kangmin puede sentirlo, también solía mirar de esa forma cuando queria demasiado algo.

Y enterarse de los rumores, lo hace sentir mal.

— Oye, Kangmin, ¿A dónde vas?

— A almorzar con mi nuevo amigo.

— No puedes ir, ¿Acaso no escuchaste?

— Sí escuché, pero no les creo, ni a tus contactos.

Coge su bandeja y huye hasta la mesa de Yeonho, sonriendo nervioso, cuando lo miran confundidos.

— Hola, Kangmin, ¿Qué te trae por aquí? – Yeonho saluda sonriente, inspirando más confianza en el menor como sentarse a su lado.

— H-hola, seonbaenim, ¿Puedo almorzar con ustedes?

— No somos dueños de los asientos y nos agrada tener a alguien más con quién almorzar – dice Yeonho – pero, ¿No estabas en otro lugar? – intenta recordar desde dónde llegó Kangmin, pero este evita que mire a sus compañeros.

— Sí, pero... como nos vemos casi todo el día, dejaron que venga a almorzar con usted y poder conocernos.

— Está bien. Si no les molesta, puedes quedarte con nosotros.