CAMBIÓ

Veinticinco

El aire corre pesadamente dentro de la habitación, el silencio es casi opresivo. Y la respiración superficial de Kangmin es apenas audible a pesar de que la habitación se encuentra casi vacía, con sólo una cama, una mesita de noche y una silla donde Kangmin se encuentra.

El goteo distante del agua resuena como un eco lejano, rompiendo con el silencio opresivo de la fría y oscura habitación, tenuemente iluminada por los pequeños rayos de luz que atraviesan por las cortinas de una ventana.

Kangmin comienza a despertar, recuperando la conciencia y cabeza empieza a palpitar de dolor.

Kangmin abre lentamente los ojos, acostumbrándose a la tenue oscuridad, y cuando intenta moverse, sus muñecas arden por la cuerda áspera que lo ata a una silla. Las fibras ásperas se clavan en su piel con cada pequeño movimiento que hace y sus ojos se abren de para en par.

Su corazón late con fuerza en su pecho, con un miedo creciente, mientras los recuerdos vienen lentamente a su mente.

La cita con Yeonho.

La lluvia.

Un paraguas sobre su cabeza.

Y Yongseung.

Kangmin tiembla y el pánico estalla en su pecho cuando se da cuenta de su situación. Comienza a luchar con las cuerdas, respirando entrecortadamente mientras escanea desesperadamente la habitación en busca de alguna salida, pero sus intentos son inútiles, las cuerdas presionan su cuerpo con mucha firmeza.

El pánico amenaza con apoderarse de él, pero Kangmin se obliga a concentrarse y mantener la calma, para encontrar una salida.

— ¿Cómo me metí en esto?... – se pregunta Kangmin – ¿En qué me he metido?

Justo cuando el miedo amenaza con consumirlo, la puerta se abre con un crujido y Kangmin levanta la mirada rápidamente.

La figura de una silueta aparece bajo el marco de la puerta, y la tenue luz de la habitación ilumina ligeramente en su rostro.

La respiración de Kangmin se detiene al mirar a los ojos fríos de esa silueta.

— Yongseung-hyung...

La puerta se cierra de golpe detrás de Yongseung con una fuerza que envía una ola de terror sobre Kangmin.

Yongseung camina lentamente, con cada paso resonando fuertemente en el pequeño espacio.

El peso amenazante de la presencia de Yongseung inunda la habitación.

Yongseung mira a Kangmin con una mezcla de desprecio y algo más oscuro en sus ojos. Se detiene a unos metros y la sangre de Kangmin se hiela.

El cuerpo de Kangmin se paraliza, sus ojos se mantienen fijos en Yongseung, sintiendo una oscuridad escalofriante que envía un escalofrío por su columna vertebral.

— ¿Cómodo, Kangmin? – pregunta Yongseung con una voz demasiado tranquila, aumentando el terror dentro de Kangmin – Debes estar preguntándote por qué estás aquí.

Kangmin traga saliva con fuerza, sintiendo que está al borde de algo peligroso.

— Yongseung-hyung... – susurra Kangmin e intenta estabilizar el temblor en su voz – ¿Qué es esto? ¿Por qué estoy aquí?