Cap4

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—No, ella no piensa lo mismo. —le prometió SeHun—. ¡Maldición! Se pondría furiosa conmigo, si supiera lo que te he dicho. De acuerdo, tienes tus recuerdos de lo que sucedió y lo acepto, pero yo viví con tu madre casi seis años. Créeme, quedó devastada cuando vio que no venías a verla. Tú eras el único hijo que tenía.

JunMyeon le dirigió una fría mirada. Le recordaba mucho al adolescente que SeHun había conocido, pero JunMyeon no era el mismo. La suavidad había desaparecido reemplazado por una actitud defensiva y se preguntó si habría sido un ingenuo al creer que podría convencerlo de que cambiara de idea.

—¿Lo era? —preguntó JunMyeon con dureza.

SeHun exhaló el aliento.

—¿Te refieres al aborto? Se quedó destrozada cuando perdió al bebé y no la ayudó mucho que tu padre le escribiera para decirle que se lo merecía. —explico SeHun con tristeza.

JunMyeon lanzó un gemido.

—¡El no hizo eso! —gruño enfurecido de que atacaran a su padre.

—Bueno, no con esas palabras. Le dijo que Dios se movía por misteriosos caminos, pero no le dijo que lo sentía ni que comprendía lo que estaba sintiendo o algo parecido. —conto SeHun captando el disgusto de JunMyeon.

—Estaba dolido. —defendió JunMyeon—. No es fácil aceptar que la mujer que amaste de dejara por otro.

—Lo entiendo, pero tu madre también estaba dolida. —SeHun doblo la curva con algo de prisa.

JunMyeon tenía los puños apretados en el regazo, pero su voz fue desapasionado cuando habló.

—Bueno, no sé para qué mi mama se molestó en contarle a papá lo que le había pasado. —renegó JunMyeon—. No era que a él le importara.

—Quizá esperara algunas palabras de consuelo. —añadió SeHun con tacto—. Al fin y al cabo, tu padre era un hombre creyente de fe y espiritualidad.

—También era humano. —lo defendió con tensión JunMyeon—. ¿Había esperado que la felicitara si el niño hubiera sobrevivido? ¿Qué le dijera que bueno que me engañaste y ahora tienes un bebé felicidades?

SeHun contuvo la airada respuesta que se le ocurrió al instante. No era justo culpar a JunMyeon por los pecados de sus padres. Y quién sabe lo que hubiera hecho él en la misma situación. Era fácil entender las dos versiones cuando uno no estaba involucrado.

—Creo que trabajas en la industria de la moda. —se obligó a decir SeHun por fin intentando cambiar de tema—. Mamá me contó algo de un catálogo. ¿Vendes por correo o algo así?

—¿De verdad quieres saberlo? —recrimino JunMyeon con acidez.

JunMyeon estaba tenso y SeHun no podía culparlo. Hyolyn esperaba curar las viejas heridas con aquel viaje y él sólo había conseguido abrirlas más.

—Mira JunMyeon. —dijo SeHun intentando arreglar las cosas antes de llegar al hotel—. Olvida lo que te he dicho, ¿de acuerdo? ¿Qué sé yo de todas formas? Como tú mismo has dicho, sólo era un niño. Los niños lo ven todo en blanco y negro, como supongo que también te pasó a ti.

JunMyeon lo miró de nuevo con los párpados entrecerrados. Tenía unos ojos preciosos y le brillaban como si estuvieran velados de lágrimas. Entonces, SeHun sintió el repentino impulso de frotar el pulgar contra sus párpados y sentir aquella humedad. Su cara era suave como la porcelana y tan pálido que le resaltaban las venas azules y se le notaba el palpitar del pulso. SeHun deseó deslizar la lengua por aquel punto y sentir sus rítmicas palpitaciones contra sus labios. Paladearlo, paladearlo... Se contuvo entonces. JunMyeon no había ido a Jejú por él.

Prohíbido Deseo-SeHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora