Cap 7

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No era de extrañar que hubiera dormido tan mal, pensó JunMyeon al apartar la sábana y posar los pies en el suelo. Sus sueños habían estado poblados por las imágenes de su padre y su madre y sus encuentros con SeHun.

Mordiéndose el labio inferior, se acercó a los ventanales y salió a la terraza. Incluso a aquella hora de la mañana, el ambiente era cálido y un poco húmedo. Las nubes que flotaban en el horizonte eran el recuerdo de la lluvia de la noche anterior. JunMyeon había oído cómo golpeaba contra los ventanales y le había recordado a cuando, de niños, SeHun y JunMyeon iban a cazar cangrejos después de las tormentas. Los agujeros de las rocas eran una fuente natural de toda clase de excitantes misterios, con sus caracolas y animalillos marinos.

Apoyando los codos en la reja de hierro, JunMyeon contempló la vista inquietantemente familiar. Bajo los caminos pavimentados y los exóticos jardines del hotel, las arenas de coral blanco bordeaban un océano salpicado de espuma. Las gaviotas escarbaban en la playa y, en la distancia, las olas golpeaban contra las rocas. Era inexplicablemente bello, un paraíso tropical tan mágico como JunMyeon recordaba.

¿O no?

Desde luego, su padre hubiera dicho que contenía su serpiente, como todos los paraísos. Desde luego, la maravillosa isla que había descubierto se había convertido en una pesadilla para Minho. JunMyeon sabía que, de estar vivo, no hubiera aprobado su vuelta a la isla ni su encuentro con el enemigo. Incluso aunque Woo-Bin estuviera muy enfermo. Eso no excusaba su comportamiento de años atrás.

Sin embargo, JunMyeon sentía cierta compasión por el hombre. JunMyeon no era rencoroso por naturaleza y, aunque no hubiera ido a ver al marido de su madre por iniciativa propia, sentía simpatía hacia él. Y antes de que sus padres se hubieran separado, JunMyeon había contemplado al abuelo de SeHun como a un tío. Woo-Bin había sido amable con JunMyeon en aquellos tiempos. ¿O habría sido para acercarse a su madre, como su padre afirmaba?

Fuera como fuera, al principio, JunMyeon estaba deseando que llegaran las vacaciones en Jejú con gran excitación. Recordaba cómo sus compañeros en el exclusivo colegio de donceles envidiaban sus vacaciones. Ni siquiera le había defraudado que en muchas de aquellas vacaciones su padre no los hubiera acompañado, aunque más tarde había comprendido que había sido entonces cuando había empezado la relación de su madre con Woo-Bin.

JunMyeon tenía ocho años la primera vez que había ido a la isla y casi quince cuando sus padres se habían divorciado. No tenía ni idea de cuánto había durado la relación de su madre con Woo-Bin ni cómo la habían mantenido en secreto. Sólo sabía que su padre se había sentido terriblemente dolido.

Lo que le había sorprendido siempre era cómo su madre había acabado con un hombre como oh Woo-Bin. De acuerdo, era divertido, pero comparado con su padre, era rudo e insensible y carecía de educación formal. Recordaba cómo su padre a veces se había reído de alguna expresión errónea que Woo-Bin había usado.

Pero, mirando atrás en esos momentos, comprendió que debía haber habido mucho más de lo que Suzy había pensado entonces. Nadie echaba por la borda veinte años de matrimonio por un capricho. JunMyeon había defendido demasiado a su padre y había sentido demasiados prejuicios contra su madre como para darle una oportunidad.

Después del divorcio, JunMyeon nunca había vuelto a Jejú. Había visto a su madre de vez en cuando, pero siempre en terreno neutral. Entonces, seis años después de que se casara con Woo-Bin, le habían diagnosticado cáncer. Aunque la habían tratado en un hospital de Seúl y JunMyeon había pasado mucho tiempo con ella, la flotante presencia de su nuevo marido había imposibilitado la reconciliación entre ellos.

Y no era que JunMyeon hubiera visto a Woo-Bin entonces, ni después del funeral de su madre. Había estado demasiado preocupado por su padre, que se había tomado muy mal la muerte, como para prestarle mucha atención a Woo-Bin o a Hyolyn. Y después de la cremación, se había enterado de que Woo-Bin se había llevado sus cenizas para esparcirlas en el cementerio de Jejú. Aquella había sido la gota que había colmado el vaso para Kim Minho: comprender que no quedaba nada de la mujer a la que había amado.

Prohíbido Deseo-SeHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora