Cap 10

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JunMyeon se examinó con atención en el espejo antes de bajar a cenar. La camisa de seda china de color bronce con rayas en negro, oro y rojo, era lo bastante flojo para desviar la atención de la estrechez del pantalón en sus caderas. Entonces, se puso unas sandalias altas negras y se alegró del aumento de estatura. Estaba algo acostumbrado a mirar a los ojos a la mayoría de los hombres, pero SeHun le sacaba unos catorce centímetros.

Todavía estaba pálido incluso después del colorete, pero dudaba que nadie se fijara. Las ventajas de comer a la luz de las velas no eran sólo románticas, pensó al bajar en el ascensor con un grupo de turistas americanos que bajaban al bar.

Bajó en la planta baja y se dirigió a la puerta del apartamento privado de Hyolyn. Un par de jóvenes recepcionistas le dirigieron una sonrisa amistosa y JunMyeon supuso que ya debían saber quién era. Cerró la puerta tras él y, entonces, cuadrándose de hombros, empezó a recorrer el pasillo hacia la sala. Sólo esperaba que Hyolyn ya estuviera allí.

Y lo estaba. Vestida con un traje de cóctel de tafetán azul, Hyolyn estaba sentada en el sofá al lado de un bonito moreno con una camisa corta de flores amarillas y un short color crema. SeHun estaba apoyado con indolencia contra el brazo del sillón de enfrente y todos alzaron la vista en cuanto JunMyeon hizo su entrada.

A pesar de su decisión de no dejarse desconcertar, fue un momento incómodo. Fuera por la mirada que SeHun le dirigió a su novio o la forma en que los otros dos lo callaron, JunMyeon supo que su llegada había creado un vacío.

SeHun fue el primero en recuperarse, levantarse e invitarlo a sentarse.

—¿Agua mineral? —ofreció SeHun.

JunMyeon asintió agradecido mientas Hyolyn hacía las presentaciones y sintió que su hermanastra había esperado que fuera SeHun el que presentara a los dos jóvenes, pero él se había escabullido a propósito con la excusa de la bebida. En consecuencia, le tocó a Hyolyn hacer los honores y JunMyeon le estrechó las manos a Zitao antes de sentarse.

—¿Cómo te sientes ahora? —preguntó Hyolyn. Era evidente que habían estado hablando de su enfermedad porque Hyolyn se volvió hacia Zitao—. Supongo que SeHun te habrá contado que JunMyeon ha estado entre la vida y la muerte.

—ah, yo... —empezó a decir JunMyeon con incomodidad.

Pero Zitao intervino al instante.

—¡Ay, sí! Me dijo que habías venido a recuperarte después de la operación. ¡No me imagino lo que debe ser tener una úlcera! —se estremeció con delicadeza—. Espero tardar en saberlo.

—Y yo espero que nunca lo sepas. —declaró Hyolyn, palmeándole la mano con gesto posesivo—. Por suerte, aquí no sufrimos las presiones que tiene JunMyeon, ¿verdad, querido?

—Bueno... —empezó JunMyeon.

—Haces que parezca que todo el mundo que vive en Seúl está al borde del infarto. —remarcó con sequedad SeHun—. Por lo que yo sé, las úlceras se pueden originar por muchas causas. El estrés no es siempre el motivo.

—Normalmente sí. —declaró su madre.

JunMyeon ya había oído suficiente.

—¿Qué les parece si cambiamos de tema? —preguntó JunMyeon, odiando ser el centro de atención. Miró esperanzado a Zitao—. ¿Has vivido siempre en Jejú?

—Eso me temo. —jadeo Zitao con aburrimiento—. SeHun y yo somos los dos nativos isleños. No creo que pudiéramos aguantar vivir en otra parte.

—No. —repitió JunMyeon asombrado.

Prohíbido Deseo-SeHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora