Himyar

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Me desperté mas tarde de lo habitual, comí con mi madre y mis amigos, antes de que anocheciera fue el momento que me tuve que despedir de todos, no fue tan triste porque parecía una celebración el hecho de que me marchaba así que no me dio tanta nostalgia como me esperaba. 

Después de la despedida me escoltaron hasta la superficie a una hora aproximadamente de donde se encontraba el palacio, me acompañan Azariel y su padre, esta vez iban unos 4 guardias mas que la primera vez cuando llegue aquí porque la seguridad se ha puesto mas fuerte.

En la superficie me esperaba el mismo hombre en el bote, antes de subir me despedí de Azariel y de su padre, los otros guardias subían algunas de las pocas cosas que me traía de aquí ya que el hombre había guardado todo este tiempo mis otras pertenencias pata que no se dañaran con el agua, asome mi cabeza afuera en la superficie y cuando trate de tomar el primer bocado de aire se sintió raro, me dolió un poco como si me ardieran los pulmones, pero poco a poco me fui acostumbrando.

Me quite el brazalete mágico que me hacia ser sirena, y en unos segundos me había transformado en humana otra vez, empecé a mover mis piernas y enseguida me acostumbre a moverlas como siempre lo había hecho, Azariel estaba asombrado ya que nunca me había visto así, al transformarme en mi cuerpo humano aun traía los shorts de cuando me transforme la primera vez. 

Cuando el hombre del bote de quien aun no sabia su nombre dejo de hablar con los guardias se fue al otro lado donde me encontraba yo, Azariel me ayudo empujándome para que el hombre me jalara y me subiera al bote, una vez allí encima me senté en el lugar que me indico el hombre, me despedí de todos y el hombre encendió el motor del bote.

El hombre me dio una franela que tenia, seguramente era de el porque era demasiado grande para mi, me la puse por encima ya que aun traía el brasier decorado con perlas y conchas de mar que me die mi madre en el palacio. 

- Allí están todas tus cosas. - me dijo el hombre apuntando a mi mochila.

- Gracias.- le dije y empecé a guardar un par de cosas que me traje del reino marino de mi madre, también guarde el brazalete, y mientras veía el océano desde el bote pensaba en un lugar seguro donde guardarlo por si acaso. 

Estuvimos en el bote durante unas 3 horas por lo menos hasta que se empezó a ver tierra, esta vez fuimos a otro puerto, estaba de noche cuando llegamos, no podía entender como el hombre sabia por donde ir con tanta oscuridad. 

- Como sabes cual es el camino que debemos ir? - le pregunte. 

- Fácil, me guio por las estrellas, ellas me dicen a donde debo dirigirme. - me respondió mirando al cielo a lo que yo también seguí y mire hacia arriba, era hermoso desde allí se veían tantas estrellas, nunca había visto un cielo tan estrellado como este. 

Pensé que seria gracioso que algún miembro de mi familia fuera extraterrestre y me tocaría ir hasta el espacio a conocer ese reino, me reía para mis adentros con eso.

- Los hombres pez me dijeron que eres una especie de reina para ellos. - me comento el hombre. 

- Seria mas bien una especie de princesa, y se les dice tritones no hombres pez.- le corregí. 

- Como sea, a mi mientras me den mi carga de pescados semanal me conformo. - me dijo y ya entiendo porque es que los ayuda mas allá de la deuda que tienen pendiente porque unos tritones le salvaron la vida en una tormenta y por eso se conocieron, ahora es de gran ayuda cuando en el reino marino necesitan algo del mundo mortal o de algún otro mundo, el sirve como una conexión y es normal que todos los reinos de cualquier parte del mundo tengan algunos contactos con mortales ay que al no existir la tecnología o algo parecido no es fácil contactar con los otros mundos.

Secretos MágicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora