¿por qué todo tenía que terminar así?

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MJ

Okane puso los ojos en blanco y me miró preocupado.

—Celina quiere hablar contigo. —Dixon volvió a llamarlo — Parece que faltaba algún documento tuyo o algo así. Creo que es mejor que arregles esto pronto, nadie querría que el pobre Okane no se quedara en la escuela, ¿verdad? —se burló Dixon.

— ¡Yo ya vuelvo! —Dijo Okane mientras se levantaba y salía del salón de ensayos.

— Gracias Dixon. — respondí, dándome cuenta de que todo era un pretexto para que Okane me dejara en paz.

— No necesitas agradecer. – Casi sonrió – Creo que quieres estar sola, veré si encuentro a Laura por aquí.

—Dixon... — Llamé en voz baja.

— ¿Sí?

— ¿Puedes venir a platicar? Por favor... —Dixon caminó hacia mí y se sentó en el puf a mi lado. —Este es el momento de ser valiente MJ— pensé para mis adentros.

DIXON

Estaba tratando de evitar mirar a MJ sentada ahí llorando. ¿Qué habrá pasado? Quería abrazarla y protegerla de lo que sea que la estuviera lastimando. Pero me limité a hacer una sola pregunta.

— ¿Algo pasó? — Dije suavemente, casi perdiendo el coraje de preguntar.

— Sí.

Me quedé en silencio esperando que comenzara a contarme lo que había sucedido, pero no lo hizo. Tal vez no quería hablar de eso

— Okane no te dejará en paz ni un minuto. Que tipo tan más idiota. —dije rompiendo el silencio.

— Es cierto... Pero solo intenta ser amable. — Respondió mirándome.

— ¿amable? El tipo es un imbécil con prejuicios. — Rodé los ojos. MJ me miró sorprendida.

— No quiso hacerlo, lo sabes.

— ¿De que hablas? El tipo es un maldito imbécil y, ¿tengo que asumir que no quiso hacerme sentir mal? Por favor, María. —Empecé a irritarme con el rumbo de la conversación.

— ¿Su disculpa no fue lo suficientemente sincera para ti?

— ¿Qué disculpa? — pregunté confundido.

— Me dijo que lo haría... —Se detuvo de repente— ¡Oh no!

— ¿Que pasó?

— Anyway. Olvídate de eso. Tienes razón, me importa un carajo ese idiota.

— Claro, porque ahora estás concentrada en otro idiota un poco peor. — dije.

Necesitaba saber qué estaba pasando entre ella y Sebas.

— ¿Disculpa? —Preguntó ella confundida.

— Sebastián Langarica, que no te deja en paz.

— Ah... Sebas. ¿De dónde has sacado eso?

— Observo.

—¿Y tú cómo ves si ya no me miras a la cara? — Arqueó las cejas desafiándome.

—Es imposible no notar tu presencia, María. Ya te lo dije.

Ella estaba en silencio, con los ojos hinchados por el llanto. Todavía estaba preocupado por lo que había sucedido, pero no estaba seguro de que fuera una buena idea mencionarlo.

— ¿Estás mejor? — Pregunté con cautela.

— Creo que sí, tú siempre me... — Se detuvo.

— ¿Yo siempre qué?

— No era nada. — Giró la cara impidiendo que yo leyera su expresión. — ¿Recuerdas la última vez que estuvimos aquí?

Por supuesto que recordaba. ¿Cómo podría olvidar la noche en que nos quedamos dormidos juntos? ¿Cómo podría olvidar el calor de tu cuerpo junto al mío? De su perfume que hasta el día de hoy me da sueño, de nuestra música, de nuestra risa.

Lo estábamos haciendo tan bien, ¿por qué todo tenía que terminar así? ¿Por qué tenía que actuar de esa manera? ¿Por qué tuvo que dejar ese escenario ignorándome? ¿Por qué no intenta darme algunas explicaciones decentes?

Sentí que el nerviosismo se apoderaba de mí nuevamente, sentí que la realidad regresaba y me cegaba. Me estaba decepcionando de nuevo, prometí que no me involucraría más. Yo prometí. Solo había una cosa correcta que hacer: mentir.

— Supongo que no. — respondí secamente — Aprovecharé mientras llegan los demás para contestarle a una persona, disculpa.

Me levanté y salí de la habitación tomando mi celular. Escuché a MJ sollozar y se me oprimió el pecho. Soy un idiota.

CORAZÓN DESTROZADO || AU MIXON || ESPAÑOL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora