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–¡Buenos días!

–Hola, cariño -respondió Agnarr
–¿Cómo estuvo la salida de anoche?

Anna sonrío ampliamente recordando todo –¡Magnífica!

–Ya veo. Estás más energética que nunca. Espero que ese entusiasmo lo uses para tus clases…

–Papá… no arruines mi mañana. Es sábado. ¿Por qué hablas de la escuela en sábado?

–Porque me llegaron tus calificaciones - Agnar suspiró con cansancio. –Ana, tu rendimiento no es el esperado, ¿Por qué? ¿Qué sucede? ¿Cómo piensas entrar a una buena universidad con esas notas?

–...

–Ana…

–La verdad, ni siquiera sé si quiero.

–¿Y qué pretendes hacer con tu vida? ¿Ver los logros de Elsa no te ha servido de motivación?

Ana sonrió con pesar. Claro que Elsa es, ahora más que nunca, el motor de sus luchas. De una forma que probablemente no entenderían. Cómo probablemente no entenderían que ella es buena para otras cosas que no venían acompañadas con un título.

–Habla conmigo, Anna. Creí que confiabas en mí.

–Y lo hago papá, pero no sé si estarás de acuerdo con mis decisiones.

–Te escucho.

–Realmente no quiero ir a la universidad. Después de graduarme, buscaré un empleo, me mudaré. No porque no los quiera o algo así, simplemente quiero empezar mi vida.

Formar un hogar con Elsa, lejos de sus raíces. De las miradas acusadoras y el miedo a ser descubiertas. Quería disfrutar de su amor, tal cual lo hacía en el condado vecino, bajo la cálidas miradas de Honeymaren y Ryder. Solo debía esperar el año que a cada una le faltaba para graduarse.

–¿Y no puedes esperar hasta después de la universidad?

–¿Quieres que traiga malas calificaciones? Lo mío no es la escuela. Nunca lo ha sido. Lo sabes.

–Lo sé Anna, pero…

–Papá, si lo sabes, para qué darle más vueltas.

–Solo quiero lo mejor para ti.

–Si es así, déjame ser yo. Permiteme demostrarles que aunque el camino que elegiré es diferente a lo que ustedes deseaban, aún así, podré vivir plena y feliz.

Agnarr la miro por unos segundos y luego sonrió. –Siempre he amado esa determinación tuya. Quien gane tu corazón, será muy afortunado.

–Oh, lo siento -se disculpó Elsa tras entrar a la cocina y encontrar a su hermana y su padre en un momento íntimo. –Solo venía por agua… pero puedo bajar por ella luego…

–Ven aquí -pidió Agnarr.

La rubia obedeció sin comprender exactamente qué estaba pasando. Tenía el cerebro peor que un huevo revuelto por culpa del alcohol. Había amanecido desnuda en la cama de Anna, con el cuerpo adolorido. No estaba para mimos empalagosos . Así que, ser abrazada en ese momento por su padre, no era algo que deseara, pero disimuló lo mejor que pudo.

–Las amo a las dos. Con todo mi corazón. Y su felicidad siempre será lo más importante para mí.

–¿Qué sucede? -preguntó Elsa a Anna.

–Papá está bendiciendo nuestro futuro -susurró la pelirroja antes de guiñarle el ojo a Elsa.


Quimera...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora