Elsa había llegado con un enorme ramo de rosas rojas a la escuela para felicitarla tras su graduación. Luego, sus padres hicieron su aparición, tenían planeado una cena en familia en uno de los más lujosos restaurantes del condado. Aunque extrañamente se sentía más como una cita en donde su novio, en este caso Elsa, se quería lucir con sus padres. Fue verdaderamente atenta, extremadamente dulce. Perfecta.
Incluso, esa noche, cuando estaban finalmente en la privacidad de la habitación de la rubia, ésta le estaba haciendo el amor tan delicadamente que todo se sentía aún más intenso.
–¡Dios! -gimió Anna cuando sintió los dedos de Elsa entrar en su interior.
No existía nada más placentero que sentirse inundada por su hermana, mientras le recorría por todo el cuerpo una electricidad casi celestial.
–Adoro sus gestos, tus gemidos, la forma en que llegas al orgasmo para mí… que me nace la necesidad de darte aún más placer… -dijo antes de despegarse de Anna, abrir el cajón del buró más cercano y sacar un Strap On.
–Qu-qué… ¿De dónde has sacado eso? -indago incorporándose en la cama. –No creo que lo necesitemos… es decir tus dedos son suficientes…
–Estoy segura que sí, pero quiero ampliar nuestros horizontes.
–Pero estaría bien más adelante. Cuando lo hablemos con detenimiento y…
–Tranquila, seré delicada -afirmó mientras se ajustaba las tiras del Strap On.
–Elsa, de verdad, no creo que debamos… -pidió tímidamente levantándose de la cama, mientras observaba como Elsa deslizaba un condón sobre el grueso y transparente falo. –Elsa…
La rubia sonrió antes de acercarse a Anna y besarla. –Cariño, yo solo busco hacerte feliz -afirmó, volteando bruscamente a la pelirroja y colocarla boca abajo contra la cama. –Y eso haré.
Anna apretó las sábanas cuando la punta del falo acarició su entrada. Y hundió su rostro en el colchón, reprimiendo un gritito al sentirse penetrada.
El falo salía y entraba con firmeza, y entre cada estocada Elsa gemía, apretaba sus caderas y maldecía.
Escucharla disfrutar, pudo haber sido casi un afrodisíaco en otro momento, pero justo en ese instante, fue todo lo contrario. Se sentío… incomoda…
No es como si nunca hubiera usado un juguete sexual, pero esa noche: no quería, no lo necesitaba. Antes de esto, estaban haciendo el amor de una forma increíble, ¿cómo había cambiado el panorama tan radicalmente?
–¡Joder, Anna! -jadeo Elsa, sintiendo su libido crecer. Intensificando sus movimientos, observando como la espalda de Anna empezó a arquearse. –¡Te amo! -afirmó mientras alcanzaba el clímax.
La pelirroja dejó escapar el aire, ese que no sabía qué estaba reteniendo, trás sentir a Elsa recostarse sobre su espalda.
–Te amo -volvió a repetir la rubia.
Se aman. Elsa la ama. Elsa siempre es un amor. Así que, Elsa debía de vez en cuando, tener satisfacción por sobre el de ella. Se lo merecía. No debía ser egoísta. E ignorar ese nudo en la garganta que le estaba molestando, tanto como las ganas de llorar. Elsa no había hecho nada malo. Solo la está amando. Solo eso. Concluyó Anna, mientras dejaba que la rubia la girara para penetrarla de nuevo.
°°°
Definitivamente Anna necesita abrir los ojos.
¿Creen que Hans, o alguien pueda ayudarle?¿O podemos hacerle ver a Elsa que necesita ayuda? ¿Pero como?
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Quimera...
De Todo"¿Que límites estarías dispuesta a romper por ella?" "¡Todos!" - Afirmo Elsa sin dudar.