24

2.1K 198 20
                                    


La cabeza le daba vueltas, los oídos le zumbaban, el cuerpo le dolía de una forma que jamás imaginó. Sus sentidos estaban desorientados. Así que tardó varios minutos en comprender lo que había sucedido.

Había chocado.

Su auto se encontraba estampado contra un enorme árbol, y una de las ramas de este, habían aplastado la parte del copiloto. A unos metros, el causante del desastre. Un ciervo muerto.

Con la mirada intentó ubicar su bolso. Rezando para que estuviera a su alcance, de no ser así, no estaba segura de cómo salir de aquella situación. Moverse no era una opción. Toda la columna y el cuello le dolía terriblemente.

Las ganas de llorar la inundaron. No estaba su bolsa, la carretera estaba desierta, la oscuridad se había apoderado del lugar, y el frío le empezaba a generar aún más dolor. Pero, un pequeño ruido, como el de las hojas secas rompiéndose al ser aplastadas, la llenó de esperanza.

-¡Ayuda! ¡Por Favor, ayúdeme!

-¿Madre?

-¿Elsa?, ¡¿Elsa, eres tú?!

-Madre. ¿Estás bien? -preguntó Elsa con fingida preocupación. Tomando el rostro de Iduna entre sus manos.

-De milagro -lloriqueo Iduna. -Pero gracias al cielo estás aquí.

-Mamá, ¿qué pasó?

-No lo sé. Todo fue tan rápido. Golpeé algo y...

-No me refiero a eso -interrumpió la rubia. Mirando detenidamente a su madre. -Tu siempre fuiste un ejemplo a seguir. Sin embargo, estos últimos años no has hecho más que fastidiarme la vida. Primero, intentando enviar a los brazos de Hans a la mujer que amo. Luego, despreciando a mi hijo. ¿Por qué?

-Elsa, ¿de qué estás hablando?... necesito que llames a emergencias...

-Sabes, me hubiera gustado que esto no terminará así. Que hubieras comprendido en algún momento que Anna y yo nos amamos, que vamos a formar una familia...

-¿Qué estás diciendo, Elsa?

-Mamá, te juro que lo siento. Pero es necesario.

Iduna sintió como las enguantadas manos de Elsa ejercian más presión en donde las tenía puestas -Elsa, qué... -el sonido de un cuello rompiéndose fue último que se escuchó aquella fría noche.

*

Anna lloraba a mares. La noticia la había golpeado inesperadamente. Si bien, las últimas semanas no había mantenido una relación agradable con su madre, no quitaba el hecho de que la amaba.

-Anna, amor. Sé que es difícil, pero te lo pido, no llores más. Es malo para ti y para el bebé.

-Nuestra madre...

-Ella está en el cielo. Y nosotros aún aquí. Lo que pasó es doloroso, terrible. Pero tenemos un ser por el cuál velar.

-Lo sé, pero...

-Hazlo por mamá. Sé fuerte por ella. Para que su alma se sienta tranquila. Por nuestro hijo.

Anna sintió la tibia mano de Elsa sobre su vientre. Aquellos ojos azules la miraban con amor y devoción. Así que, asintió con la cabeza en claro mensaje de que haría lo que su amada le pedía. No en ese instante, pero se esforzaría para que el trágico accidente de su madre, no desganará su ilusión de disfrutar su embarazo. No solo por ella, también por su padre, por Elsa. Por la divina tabla de salvación que su hijo representaba para no hundirse en el dolor que dejó Iduna al partir.

°°

No olviden dejar su estrellita ✨🤗

P.d. Nos acercamos a la curva final de está historia. Espero, que hasta ahora, haya sido de su agrado.





Quimera...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora