A Elsa jamás se le negó nada. Y cuando solicitó un apartamento no fue la excepción.
Aunque con ello tenían la privacidad que necesitaban, a Anna no le pareció que fuera correcto. Su idea de tener una vida conyugal con Elsa no consistia en depender de los ingresos económicos de sus padres. O de las visitas mensuales que le realizaban para llevarles despensa o encargarse de cualquier otro desperfecto. Sumado a eso, Elsa no le había permitido siquiera buscar un trabajo. Alegaba que lo buscarían juntas una vez que se graduará.
–Hola, cariño -saludó Elsa tras ver entrar a Anna al departamento.
–Hola. ¿Qué estás haciendo tan temprano aquí? ¿Te has saltado de nuevo las clases?
–Por supuesto que no. Solo quería sorprenderte, pero la sorprendida fui yo al no encontrarte.
–Salí por un par de cosas que me faltaban para la comida -dijo agitando la bolsa para que Elsa pudiera notarla.
–Deja eso y ven acá -pidió, palpando el sofá.
Anna observó el semblante de Elsa mientras dejaba la bolsa sobre la mesa, y respiro con tranquilidad cuando no percibo nada hostil en su hermana. Al parecer la fuerte discusión que habían tenido ayer, había quedado olvidada. Y tampoco se había molestado porque no la encontró en casa.
–Bien, ya estoy aquí.
–Y no sabes lo feliz que me hace saber eso -habló dulcemente la rubia antes de tomar la mano izquierda de Anna, besar el anillo que la adornaba y luego inundarla de delicados besos. – Gracias por elegirme a mí -tras decir aquello, colocó en esa misma mano una pequeña caja. –Espero te guste. Es solo un pequeño detalle para conmemorar que llevamos tres meses viviendo juntas, como una verdadera pareja.
Anna abrió la caja con cuidado y ella sacó un llavero planteado. Un hermoso copo de nieve bañado con pedrería blanca y azul.
–¿Te gusta? -indago Elsa. –Yo tengo uno a juego -mencionó mientras sacaba de la bolsa de su pantalón uno igual.
–Es hermoso.
–Pero tú sonriendo lo eres más -afirmó, depositando un beso en el cuello de Anna, para después colocar la cabeza en su hombro. –Te amo. Demasiado. Perdoname por comportarme, a veces, como una idiota. Aunque ayer fui más que eso. Lo siento tanto, Anna.
La pelirroja dejó lentamente el regalo sobre la mesa de centro mientras recapitulaba los acontecimientos de ayer. La visita de su madre. Hablando sin parar de lo mucho que extrañaba a Hans. Y del error que estaba cometiendo al dejarlo ir.
–¿Lo sigues viendo? -exigió saber Elsa.
–No.
–Pues nuestra madre me hace creer lo contrario.
–Como si no la conocieras -respondió Anna mientras seguía lavando los platos. Intentando mantener una actitud tranquila–Ella y su obsesión con Hans. Aunque justo ahora, tú pareces más obsesionada con él. ¿Puedes soltarlo ya? Estoy cansada de tener que discutir lo mismo contigo -soltó sin más. La frustración se había acumulado demasiado en ella. Tener a su hermana y a su madre jodiendo con lo mismo, la llevó a su límite. –¡Ni siquiera folle con él!
Tras decir aquello, Anna cayó al suelo. Desconcertada. Viendo los pedazos de cristal esparcidos por el lavabo, el suelo y algunos residuos en su ropa.
¿Qué había ocurrido? ¿De dónde había salido ese vaso que se estrelló contra la pared? Un poco más y pudo haberle pegado a ella. El sumbido y la molestia que sentía en el borde de la oreja se lo confirmaba.
El crujido de los cristales llamo su atención. Los femeninos zapatos de Elsa se estaban haciendo camino hacia ella.
–Suenas tan vulgar cuando usas esos términos, Anna. Así que, espero, por tu bien, que las palabras: Hans y follar, nunca vuelvan a juntarse en una oración.
Anna se llevó los dedos a la oreja. Miró el copo de nieve que resplandecia y tomo aire antes de hablar. –Elsa, creo que, necesitamos replantear nuestra relación.
La rubia rápidamente abandono el hombro de Anna. Y la miró con el ceño fruncido. –¿Que quieres decir?
–Te amo, pero tú actitud a veces… me da algo de… miedo. Has cambiado. Desde que decidimos ser pareja, tu te has convertido en otra persona.
–Oye, se que hemos tenido nuestras diferencias, pero ¿Es que acaso existe alguna pareja perfecta?
–Yo se que no. Sin embargo, siento que… -la pelirroja hizo una pausa. Se levantó del sofa y miró a una desconcertada Elsa – … ya ni se que siento. Perdón. -fue todo lo que dijo antes de salir del departamento lo más rápido que pudo.
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¿Que creen que sucederá ahora?
Gracias por sus votos y comentarios 🤗💖

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Quimera...
Casuale"¿Que límites estarías dispuesta a romper por ella?" "¡Todos!" - Afirmo Elsa sin dudar.