Capítulo XV

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8 de agosto de 2021 ‒ El día del accidente:

El mes de agosto tiene una particularidad propia que le distingue como el mes menos deseado por las personas, es como si fuera que toda la pereza esté acumulada entre esos días, bastante curioso, también siempre soplan vientos del norte a velocidades considerables, el calor ¡ni mencionarlo!.

Queridos lectores/as, me refiero al tiempo pasado y no al presente, lo sabrán por qué...

Ese día, yo me levanté temprano, a las 06:00 am, es mi horario fijo de los domingos, lo primero que hago al despertarme es ver mi horóscopo, lo leí por su puesto.

Recuerdo muy bien algunas palabras claves, las cuáles fueron: Guarda dinero, porque se te va a presentar una situación...

Yo dije obstaculizando:

¿Qué situación se me puede presentar?

Lo ignoré por completo porque yo estaba bien, en mi hogar sin ningún paso al exterior, pues lo dejé pasar.

En fin, estaba realizando algunos trabajos prácticos de la Universidad, luego preparé mi desayuno. Ese día era denso, el calor se sentía, el cielo tenía un color distintivo de otros días, el tiempo era espeso, te hacía sentir precipitante y pensativa.

Mi familia en casa opinaba lo mismo que yo, no teníamos ánimos un domingo hermoso literalmente, en donde las personas disfrutan como nunca celebrando con un banquete y saliendo de sus rutinas conociendo lugares turísticos.

Entonces... solo almorzamos un bife de carne con verduras, pareciera que fue un lunes, yo sé que no importa la comida, pero fue bastante inusual pasarla el domingo de esa manera, medio que no cuadra en el rompecabezas porque se asomaba algo, y ese algo nos hizo actuar disparejos.

Después del mediodía aproveché el calor que reinaba en el ambiente en sacarme algunas fotografías en el escenario de periódicos que monté en mi cuarto, mi hermana me las tomó, fueron buenísimas, por cierto.

Eran como doscientas fotografías, ¡impresionante!, y a mí nada más me gustaron como veinte. Es típico

Después de las imágenes que me ha tomado mi hermana menor, me duché para poder vestir mi ropa favorita del día y esperar mi visita.

El viento norte seguía y seguía, sin parar...

Pasé un buen momento, vi el atardecer desde un lugar muy bonito que se encuentra cerca de mi casa, es al salir a la ruta principal y se le conoce como la pasarela peatonal.

Me nacieron ganas de cantar y ejecutar la guitarra al ocaso del sol, pues lo hice, me deleité con varios temas musicales conocidos. Consiguientemente ya tuve ganas de consumir algo y fueron unas hamburguesas con papas fritas, una delicia, mi tía sabe mucho hacerlas.

Eran las 18:40 más o menos cuando estaba cenando, lo disfruté mucho. A las 20:00 horas, me despedí de mi persona favorita, en ese mismo instante, hubo una llamada...

Como de costumbre entré en mi cuarto y estuve acomodando mis cosas, ignoraba completamente mi teléfono celular, entonces vi nuevamente otra llamada perdida, y me pareció raro que ya sean 2 llamadas perdidas, pues le escribí a esa persona preguntándole qué pasaba...

En la tercera llamada, ya atendí...

Nos saludamos, que es lo normal, pero la persona que me llamó tenía un tono grave, seguidamente me dijo que me va a contar algo y me hizo la siguiente pregunta:

¿No te alterarás?

Y qué creen, yo me alteré al instante sabiendo bien que me dijo que no lo haga, pero es imposible evitarlo.

Me comentó la noticia, de que mi padre se había accidentado y su estado era grave...

Recuerdo bien las palabras que le dije, le pregunté si era en serio y que me avisara cualquier novedad...

Yo estaba en blanco y en shock, nunca me he imaginado estar en esa situación, reflexioné por unos segundos, luego me puse a actuar avisándole a mi madre y a mi hermana lo ocurrido.

Ya se imaginarán... mi madre lo único que recuerda que le avisó a una amistad suya, después a tres tías mías, se lamentó ella al igual que mi hermana, yo no sabía qué hacer si lamentarme o estar tranquila meditando de que todo estará bien, pero yo estaba sin derramar ni una lágrima, la desesperación de la situación no me lo permitía; mi cuerpo estaba con fiebre y tomé tres litros de agua en un instante en el recorrido de mi casa.

En ese momento pensé... se llega mi cumpleaños y lo estaba planeando más o menos, estoy en la Universidad, en el cuarto año de mi carrera.

¿Qué pasará de mí y de mi familia ahora?

Era muy difícil calcular todo y especular lo peor, pero mi familia y yo elevamos oraciones pidiendo que mi padre esté consciente y que se salve.

Él es el pilar del hogar, el hombre de la casa a quien debemos y queremos mucho.

Imagínense queridos/as lectores/as, que sus padres se encuentren a más de 700 km de distancia trabajando y que le ocurra un accidente, y tú sin ninguna información válida, es angustioso, todos los sentimientos que alimenta nuestra ansiedad.

Mi madre y mi hermana no tenían fuerzas lo suficiente para encarar la situación en ese momento, yo lo tuve, no tenía opción, soy la mayor, es mi responsabilidad.

Atendí llamadas, me llegaban mensajes por doquier y no los podía contestar todo porque eran muchísimas.

Ahí entendí la responsabilidad que conlleva ser un adulto, a mis 22 años de edad, tuve la enseñanza de esa nueva faceta que entró en mi vida ese domingo por la noche.

Luego pasaron los minutos, hubo una llamada, esa llamada fue esperanza, la cual me mencionó que mi padre estaba lúcido y consciente, solo con los dolores del impacto del accidente, en ese soplo la angustia acumulada se dispersó, le convoqué a toda mi familia para el aviso y reinó plenamente de nuevo al menos un poco de tranquilidad al saber que mi padre estaba juicioso.

El ambiente estuvo más en calma, ya sabíamos la noticia que nos llenó de seguridad, pero el problema es que estábamos lejos, y muy lejos, por cierto.

De nuevo mi rol de adulta se puso en acción, llamando y contestando mensajes de personas extrañas concretamente.

Me enteré de que el accidente fue fatal, en donde la compañera de trabajo de mi padre falleció, la persona que iba a bordo al lado de ella se salvó y mi padre, fue un milagro...

Mis pensamientos dentro de mí no tenían un orden específico, lo primero que hice es mirar al cielo y agradecerle al Ser Superior por este milagro ocurrido en la familia.

Porque fue así, la suerte que uno corre, el destino que nos depara es lo más curioso de pensar, no era aún el día de mi padre. Esos argumentos nos hacen pensar hasta la profundidad de nuestro divino ser.

Podría haber sido él, la angustia y la tristeza invaden mi cabeza...

Después de unos minutos me puse en comunicación con las personas que estaban en la unidad de emergencia, en donde mi padre fue atendido, nos avisaron que le van a trasladar a la ciudad de Pedro Juan Caballero a la madrugada no era al instante, me percaté de que no era muy grave la situación, mi madre, toda desesperada, quería ya hacer marcha, pero el peligro por el camino y por la noche/madrugada es un verdadero desafío, mejor evitar problemas y salir de madrugada, viajar a la luz del día con mayor seguridad.

Impresionantes las decisiones que tomamos, muy seguras en viajar al punto fronterizo del país, aproximadamente 7 horas de mi casa. ¡Guau! Pero por la salud de la familia estamos para atravesar absolutamente todo, la vida es valiosa, y no se juega con ella.

Nos alentamos entre todos, y nos pusimos a preparar todo lo necesario y elemental, ropas, calzados, mantillas, almohadas, cubiertos, nuestras carteras y muchas cosas más. 

Desvelos. Una historia entre la pandemiaWhere stories live. Discover now