Capítulo 23} Sin aliento

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Madilyn se dejó caer de espaldas sobre la cama de la habitación que le había tocado. Era un cuarto vip, en la última planta. Tenía un salón propio con un televisor plasma, un balcón y una terraza. Todo era bonito.

En la habitación había un carrito con una botella de champan y algunos dulces, se acercó y probó uno de ellos, estaba delicioso.

Tenía que estar lista en unos veinte minutos, porque todos habían quedado en que Shane y Aron les enseñarían el lugar. Salió de su habitación y vio a Alan junto a su puerta coqueteando con una de las asistentas. Cuando la vio se despidió de la chica y se acercó a su prima.

—No me digas ¿estás ligando?

—He venido a disfrutar del momento, no como otros. Bajemos.

Bajaron al piso principal donde se encontraron a Marcos y Lady sentados en uno de los sillones que había en la recepción mientras conversaban. Madilyn se preguntaba del por qué habían venido precisamente los dos a un recreo en el que no habían sido invitados, parecían tramar algo. Era la primera vez que los veía juntos. ¿Intentaba ponerla celosa o algo parecido? Porque si era así, estaba perdiendo el tiempo. Cuando los vieron, Marcos se puso de pie de inmediato y se acercó a ellos.

—Alan.

—Marcos. —se fijó entonces en Lady que estaba manoseando su móvil—¿Por qué me parece que he visto esa hermosa cara antes? —preguntó y ella lo escuchó. Sonrió y se puso de pie colocándose junto a Marcos.

—Porque soy famosa, chico. Deberíais sentiros muy afortynados de compartir el mismo espacio con una actriz, una de las mejores—dijo con todo el orgullo posible.

—¿Así que actriz? —Alan empezaba a sentirse evidentemente afortunado. —Un placer. —Madilyn le miró molesta.

—Ni placer ni nada—se quejó sin importar que la estuvieran escuchando—¿Esa tipa sale en dos o tres películas y ya se siente tan importante?

—Relájate hermanita—le susurró su primo.

—No podrías contar la cantidad de películas, como le dices tú, en las que aparezco. Y gracias a ello soy famosa y tengo dinero. Dime ¿qué haces tú? —Madilyn resopló y la miró.

—Chicas, no es necesario que os peléis—intervino Marcos.

—¿Pelear? Si estuviera peleando lo sabríais.

Madilyn los dejó y caminó hacia la puerta que daba a la salida. Estaba enfadada, enfadada por tener que lidiar otra vez con aquella chica. Ella la sacaba de quicio ¿quién se creía que era? "Lo que sucedió entre vuestro amigo y yo se solucionará." Recordó sus palabras de presunción ¿de verdad se creía que Jussie regresaría con ella después de lo que hizo? Pero ¿y si lo hacía? ¿Y si solo seguía dolido y se estaba pensando en la posibilidad de regresar con ella después de hacerla sufrir un poco? A demás, a ella qué más le daba, no era asunto suyo, podían hacer lo que quisieran.

—Me resulta curioso, y yo que creía que solo yo tenía el poder de hacerte enojar—ella se quedó petrificada al escuchar aquella voz junto a su oído. —Dime ¿qué o quién ha sido el afortunado esta vez?

Jussie estaba detrás de ella, solo notar su presencia hizo que se le acelerara muy fuerte el pulso ¿por qué la pasaba eso? ¿Por qué no podía controlarlo? Iba a dar la vuelta cuando de pronto sonó el móvil de Jussie, le había llegado un mensaje. Hubo silencio y ella supuso que lo estaba leyendo. Segundos después sintió los labios de él sobre su mejilla dejándola sin aliento.

—Nos vemos en la cena, Ricitos—le susurró al oído y después se apartó.

Ella intentó recuperarse como pudo. Lentamente se dio la vuelta, pero él ya no estaba allí. Miró por todos lados, había gente, pero a él no lo veía, había desaparecido. ¿Qué había sido eso?

Somos incompatiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora