Capítulo 39} ¡Aron!

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Marcos la hizo bajarse del auto, había aparcado en un amplio patio, frente a una no muy grande, pero preciosa casa. Madilyn notó que, en la esquina, entre los macizos y matas de flores había una mujer de edad avanzada trabajando las plantas.

—Cariño, has vuelto—sonreía la mujer. La vio y dejó lo que estaba haciendo. Se quitó los guantes y se acercó a ellos.

—Mamá, te dije que dejaras ese trabajo para otros—le regañaba Marcos.

—¿Y qué hago yo, aburrirme en esta enorme casa? —tenía una sonrisa y no apartaba su mirada de Madilyn quien se había sorprendido al escuchar que era su madre. —¿Quién es esta preciosa chica?

—¿Recuerdas que te dije que pronto me iba a casar? Te presento a mi prometida, se llama Madilyn. Saluda a mi madre—casi le ordena a la chica.

—Buenas tardes señora—saludó educadamente.

—Me preguntaba cuándo me presentarías a tu misteriosa prometida, confieso que tenía mis dudas en si sería cierto o no.

—Mamá.

—¿Qué? Hace meses que hablamos de eso y no me la presentas hasta ahora.

—Nos casamos en dos días. Necesito que se quede aquí hasta entonces, sé que sabrás qué hacer.

—¿Cuál es tu nombre, preciosa?

—Madilyn, su nombre es Madilyn—contestó él antes de que ella lograra hacerlo, su madre lo miró disgustada.

—La estaba preguntando a ella, ¿no sabe hablar acaso? —Marcos suspiró impaciente.

—Bueno, te dejo con ella, tengo que regresar a la ciudad. —se acercó a decirle algo a Madilyn al oído—Te juro que si llego a enterarme que has usado el móvil para comunicarte con cualquier persona, no solo le quitaré las empresas a ese bastardo, sino que me aseguraré de que le ocurra algo peor. —A Madilyn se le hizo un nudo en la garganta, cómo podía aguantar no llorar en una situación como aquella-Sonríe.

Le dio un beso en la mejilla y se separó de ella.

Regresó a su auto y se subió en él.

—Hija, ¿estás bien? —preguntó la madre de Marcos. Ella solo procuró fingir una sonrisa.

—Estoy bien, señora.

—Llámame mamá, pronto seré tu suegra. Venga, te mostraré el cuarto donde te quedarás —La acompañó hasta la casa y entraron.

Caminaron por un estrecho pasillo y se detuvieron junto a una puerta, la mujer la abrió y la dejó entrar.

—Supongo que no trajiste ropa, mandaré que te traigan. Si necesitas otra cosa, házmelo saber.

¿Cómo le decía que no necesitaba nada de ellos? No sabía nada de aquella mujer, ni mucho menos si apoyaba la manera de ver las cosas de su hijo. Cuando se quedó sola y se hubo cerrado la puerta, Madilyn se dejó caer en la cama. Recordar la conversación que había tenido con Jussie hacía unos minutos hizo que se produjera de nuevo aquel nudo en la garganta que empezaba a dolerle, no le gustaba llorar, lo odiaba, pero ahora sentía que era inevitable. Deseaba con todas sus fuerzas que Jussie no la odiara por aquello. "...no quiero lastimarte como lo hizo...Lady. La verdad que no me gustaría. Creo que eres lo mejor que me ha podido pasar en mucho tiempo." Recordar aquello hizo que se rompiera a llorar aún más desconsoladamente, tuvo que taparse la boca con las manos para que no la escucharan, se deslizó hasta quedarse sentada en el suelo y siguió llorando deseando que fuera todo un sueño, que no le estuviera abandonando al hombre que se había arriesgado a todo por ella a pesar de todo por lo que pasó, ella no podía estar haciéndole lo mismo.

Somos incompatiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora