08. Detección.

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Pasó mucho tiempo luego de la primera cacería en la que Wilson participó. Y para este entonces, Bastian ya había entablado conversación con su Shaishu y ya se encontraba entrenando.

Volvimos al "presente".

Wilson ya tenía más experiencia, y hasta ahora ya había capturado a dos Shaishus; aunque fue con la ayuda de Nuriel —el cual a uno de ellos ya vimos anteriormente—.

Una tormenta azotaba con fuerza la zona donde se encontraban las ruinas en las que Astrid tenía su guarida. Los truenos hacían temblar las paredes del sitio cada vez que un rayo iluminaba ligeramente. Las velas eran, una vez más, lo único que impedía que hubiera oscuridad total.

Nuriel permanecía sentada, aburrida y sin saber qué hacer. Hacía meses que no detectaban a ningún Shaishu. En un momento dado, Wilson llegó al sitio.

—¿Te teñiste el cabello o solo soy yo? —dijo Nuriel.

Y efectivamente, a pesar de que no se podía ver tan claro debido a la poca luminosidad, se apreciaba bastante bien que Wilson tenía el pelo azul.

—Sí... ¿No se nota? ¿Qué tal me queda?

—Pues casi ni se nota por esta primitiva forma de alumbrar el lugar. —Se quejó la chica, de brazos cruzados—. Joder, ya es hora de que traigan un par de focos y un generador aquí... Y por cierto, no tengo opiniones acerca de tu nuevo look. Si a ti te gusta, pues no tengo nada que decir.

—Es que va con mi elemento... A mi me gusta.

—Vale. —Volvió a observarlo, para luego desviar la mirada, sonreír y finalmente agregar—: De hecho sí, te queda bien.

Wilson había venido hasta ahí porque... Bueno, no tiene a donde ir. Y al menos cuando estaba ahí podía contar con la compañía de Nuriel, que incluso le ayudaba a entrenar. Para él, la chica se había vuelto como su hermana... Aunque no se podía decir lo mismo de ella, pues se negaba a encariñarse demasiado.

Estuvieron ahí por unos minutos, hasta que un hombre apareció desde el interior de las ruinas. Pero no era Yaika, que por cierto casi siempre estaba ahí. El sujeto que salió tenía el cabello negro y sus ojos eran grisáceos, pero tirando más hacia el azul. Tenía poco más de treinta años, era alto... y bastante guapo.

—¿R-richard? —nombró Nuriel, asombrada—. No sabía que estabas aquí.

—Me quedé a dormir luego de mi última misión.

—¿Encontraste algo?

—No... No fue ninguna cacería de Shaishus. Solo me contrataron para encargarme de un par de matones coreanos. Unos yakuza querían sus cabezas.

—Vaya... Qué raro que no hayan contratado a Katsui —rio Nuriel.

—Bueno, no me extraña luego del escándalo que armó con ellos la última vez.

—Pues tampoco me extraña que hubiera actuado así. Su cliente no le quería pagar lo que habían acordado...

—Pues sí... —agregó Richard, para luego proceder a marcharse.

—¿Ya te vas? —indagó Nuriel.

—Sí. Se supone que debo encontrarme con Aarón para ayudarle a entrenar.

—Entiendo...

—Nos vemos.

Sin decir nada más, Richard se marchó. Wilson permaneció callado durante toda la conversación, pues no tenía nada que comentar. Luego de que Richard estuvo lejos, le dirigió la palabra a Nuriel.

—¿Cuándo podemos ir a ver cómo entrena Aarón?

La chica observó al muchacho, entendiendo el porqué de su pregunta.

Poder Shaishu: La Cacería de Astrid. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora