Menos de una semana tuvo que pasar para que Wilson volviera a la base de Astrid. Yaika estaba en la entrada, así que pudo recibirlo.
El muchacho cargaba al Shaishu sobre su espalda. Yaika notó en seguida lo exhausto que se encontraba el chico con tan solo ver la forma en la que caminaba y respiraba. Para cuando el hombre le preguntó cómo se encontraba, Wilson se desplomó contra el suelo.
Yaika se acercó, dándose cuenta de que la espalda del muchacho estaba llena de quemaduras graves. El hombre tan solo pudo suspirar y sonreír ligeramente, felicitando a Wilson por haber tenido éxito en su primera cacería en solitario. Luego, lo cargó con cuidado para llevarlo adentro y así atender sus heridas.
Pasó un mes más, y a este punto Yaika ya le había pedido a Katsui que fuera a cazar al Vannijy que había detectado en Sudamérica —cosa que ya sabemos cómo terminó—.
Wilson ya se había recuperado por completo. Y para sorpresa tanto de él como de Yaika, Nuriel regresó al fin. Pero no como ellos esperaban.
La mujer entró a la guarida cojeando. Le dificultaba respirar y tenía vendas casi en todo el rostro y torso. Yaika se acercó a ella rápidamente, y al ver que al fin podía descansar, Nuriel dejó caer todo el peso de su cuerpo. Pero antes de que tocara el suelo, Yaika ya estuvo ahí para impedirlo.
—Dora... dos. —musitó la chica, con mucha dificultad—. Ojos... dorados.
Yaika le pidió que no intentara hablar, levantándola con cuidado para dirigirse hacia la habitación que usaba como enfermería.
—¿Estará bien? —indagó Wilson, preocupado—.
—Si tuvo la fuerza de voluntad para llegar, no va a morir estando ya aquí.
Nuriel llegó cerca de las tres de la tarde, y Yaika logró sanar las heridas de la chica luego de nueve horas. Ella estaría bien, pero necesitaba descansar. Estuvo en cama durmiendo durante una semana, luego reposó otra semana más antes de sentirse totalmente recuperada.
Wilson estuvo al cuidado de Nuriel durante todo este tiempo, y no se despegó de ella en ningún momento.
En una de esas Nuriel despertó en medio de la noche, encontrando a Wilson a un costado de ella, durmiendo sentado. La mujer lo despertó llamándolo por su nombre, y en cuanto el chico le hizo caso, ella miró a otro lado.
—No tienes porqué quedarte para cuidarme. —Le dijo Nuriel—. Ya estoy mejor.
—Lo hago porque me preocupo por ti.
—¿Por qué? Estamos aquí por otra cosa que nada tiene que ver con relacionarnos con el resto del grupo. Y yo ni siquiera soy un familiar tuyo, y mucho menos alguien que te pueda gustar; después de todo, no te gustan las chicas.
—Sí, sí... Ya sé para qué estamos aquí. Pero eso tampoco significa que no debamos preocuparnos el uno al otro. Si yo estoy aquí... Es porque... Para mí, tú eres... Como mi hermana mayor. —Finalizó Wilson, con una sonrisa en el rostro.
Esas últimas palabras tocaron algo en lo más profundo de la chica. Ella, asombrada por lo que el joven dijo, volteó a mirarlo, notando su sonrisa.
Nuriel miró de vuelta a otra dirección.
—Vaya que eres pesado... —sonrió ella, aunque Wilson no pudo verla—. Gracias.
Pasaron las mencionadas dos semanas, y Nuriel ya se encontraba mejor. Así que ya estaba lista para retomar su actividad como cazadora.
A pesar del éxito que tuvo Wilson, Yaika aun lo consideraba demasiado débil —cosa que era verdad—. Aunque claro, nunca lo dijo directamente. Solo le recomendó a Nuriel que en la próxima cacería lo volviera a llevar, para que al menos siguiera adquiriendo más experiencia. Todavía no estaba preparado para hacer el trabajo solo.
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Poder Shaishu: La Cacería de Astrid. ©
FantasyBastian, un chico que será testigo de unos extraños acontecimientos, terminará dándose cuenta del abrumador poder que lleva en su interior. Y no tardará en descubrir que no es el único de su clase. Un día, una extraña mujer aparece y ataca a Bastian...