18. Hermano.

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Guarida de Astrid. Una semana después de que Nuriel y Wilson fueran a buscar al Shaishu.

—¡Yaika! —gritaba Katsui, mientras entraba a la guarida.

El susodicho salió desde las sombras de las ruinas.

—¿Ya volviste? ¿Dónde está el Vannijy?

El recién llegado se sentó en un banco que tenía cerca, respiró profundamente y respondió.

—Malas noticias... El Shaishu que atacó a Nuriel vivía cerca, así que decidí retirarme.

Yaika no dudó en acercarse y tomar asiento antes de seguir hablando.

—Dime todo lo que sabes.

—Enijy. Así se llama.

—¿Ojos dorados? —indagó Yaika.

—En efecto. Y no estoy seguro si es o no el Shaishu del rayo. Inevitablemente, tuve que pelear un rato contra él hasta encontrar la oportunidad de escapar. El chico no usó ningún elemento durante el combate. Pero puedo estar seguro que es uno de alto rango.

—En ese caso, deberíamos suspender temporalmente el cazar a los Shaishus que se encuentren en dirección a Sudamérica. Es mejor esperar a ver si Richard puede ir por él, o incluso Makarov, cuando haya logrado aumentar su poder.

—Sí, supongo que no hay de otra. —Katsui se puso de pie y se dirigió hacia alguna habitación—. Bueno, yo iré a dormir un poco.

—Oye, ¿estás herido o algo? Olvidé preguntar...

—Tranquilo, logré salir en una pieza. Con un par de rasguños, sí. Pero nada que tus semillitas no pudieran solucionar... Arigatō, Yaika-kun —finalizó Katsui, con una agradable sonrisa. Seguidamente, se adentró en la guarida.

Pasaron un par de días. Yaika quedó sorprendido al ver a Nuriel llegando al lugar. La mujer estaba herida; por suerte, esta vez no tanto como cuando luchó contra Bastian. Aun así, estaba exhausta, por lo que cayó al suelo. Para su suerte, Yaika logró reaccionar rápido y usó unas raíces para sujetarla antes de que cayera por completo. Seguidamente, la llevó hasta su habitación.

Wilson no venía con ella, claramente. Yaika se tuvo que esperar a que la chica estuviera recuperada para que pudiera explicarlo todo.

Luego de una semana, Nuriel ya pudo al menos sentarse en la cama.

—Bien, veo que vas mejorando —informó Yaika, luego de terminar de revisarla.

Era de noche. Nuriel estaba sentada y con la mirada perdida, algo desanimada. Yaika notó que ella estaba así desde hace tiempo, pero prefirió no hacerle preguntas. El hombre solo se puso de pie, le informó que sería capaz de moverse de vuelta dentro de unos días, y luego dio media vuelta para irse del lugar.

—Lo dejé...

Yaika se detuvo, y volvió a mirarla.

—¿Cómo?

—Lo dejé, Yaika... Dejé a Wilson. Escapé y lo dejé morir.

El hombre volvió a sentarse en la silla que estaba al lado de la cama, diciéndole que no se preocupara. Estaba claro que Wilson no iba a durar mucho en Astrid. Era todavía muy inexperto.

A Yaika le llamó la atención la forma en la que Nuriel acababa de decir lo que hizo. Esto sumado al comportamiento que tenía Nuriel últimamente. No era propio de ella. Era como si realmente le doliera lo que había hecho, y conociendo el carácter que mostraba siempre, uno se esperaría que le daría igual lo que pasó.

—Te importaba, ¿no? —indagó Yaika, pero Nuriel no dijo nada. Viendo esto, el hombre continuó—: Habías dicho que no querías hacer amigos aquí... Aun así, veo que te encariñaste con él. Supongo que no eras tan fría como pensé. Yo... Siento mucho lo de Wilson.

Poder Shaishu: La Cacería de Astrid. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora