Inglaterra, un par de días antes del desastre en Nápoles.
En medio de un páramo, meditaba un joven. El viento soplaba ligeramente mientras agitaba su cabello con delicadeza. Pero, ¿el viento era natural? No. La brisa era guiada por los pensamientos del muchacho, cambiando de dirección a su antojo.
El chico se llamaba Eliot, y era un Gojy, el Shaishu del Viento.
Eliot estaba sentado sobre una roca, entrenando de manera meditativa, hasta que alguien interrumpió su perfecta concentración.
—No dés ni un paso más —advirtió el muchacho—. Puedo sentir tus movimientos gracias a la brisa que roza tu cuerpo.
—Vaya... Sabía que seguro me descubrirías sintiendo mi Jy al acercarme, ya que pareces estar concentrado, pero no esperé que lo harías por una brisa. ¿Se puede hacer eso con la Técnica Aérea? ¿O solo pueden hacerlo ustedes, los Gojy?
—Esta habilidad la desarrollé yo con el objetivo de ganar ventaja y no perder de vista a mis rivales.
—¿Rivales? —rio el extraño— ¿Qué rivales? Andas aquí sentado como un Buda... De seguro tu vida debe ser bastante pacífica.
El chico se puso de pie y dio media vuelta mientras activaba su Estado Furia. Sus ojos brillaron con un tono celeste.
—Me refiero a alguien como tú —aclaró Eliot—. Es obvio que vienes a buscarme por ser un Shaishu, ¿verdad? No es la primera vez que me pasa, así que ando preparado para la situación.
—¡Ja! Sí... Muy preparado y todo, pero listo no eres. Revelar tan a la ligera tus planes y habilidades solo te deja expuesto. Creo que te falta algo de cerebro, ¿eh? —Agregó, dándose toques con el índice a su propia cabeza en señal de burla.
Eliot frunció el ceño, ofendido, pero a la vez dándose cuenta de que, como ya era costumbre, abrió su bocota más de lo que debía. Y ya le había provocado problemas en varias ocasiones de su vida, y esta no fue la excepción. Le acababa de decir el funcionamiento de su habilidad única a este extraño que se notaba a leguas que estaba ahí para matarlo o probar su fuerza; como ya había pasado antes con él y su hermana —y si mal no recuerdan, a Enrique le había pasado esto también. Supongo que hay gente por ahí que usan a los Guardianes para medir sus poderes—.
—Bueno, ya me quedó claro que no querrás charlar un poco acerca del porqué vine a buscarte —continuó el extraño, que no era nadie más que Aarón, otro cazador de Astrid y el más joven del grupo— Así que... ¿Empezamos ya?
—Comencé desde que pusiste un pie en este páramo. —Sonrió Eliot, moviendo una mano.
Aarón sintió algo avecinarse por uno de sus lados, pero fue tarde, pues una ráfaga de viento terminó arrastrándolo hasta que colisionó con la primera roca que hubo en el camino.
El polvo fue levantado, y cuando el Gojy se acercó, vio a Aarón incorporarse como si nada.
—Bien, bien... ¿Sabes algo? Hoy amanecí de malas, así que iré en serio desde el principio —presumió Aarón mientras se tronaba los huesos del cuello.
De la tierra alrededor del cazador se elevó una especie de arena o polvo, esta poseía un color negro metálico con algunas tonalidades anaranjadas. Eliot dio un paso atrás al no saber de qué se trataba, pues era la primera vez que veía algo así... Y el no hacer nada fue algo tonto, pues si hubiera sabido el cómo funcionaba la Técnica Metálica, no le daría tiempo al oponente para hacer un movimiento. Pero era natural, pues nunca había luchado contra alguien así.
La Técnica Metálica, como su nombre lo indica, le da al usuario el poder de controlar dichos materiales. Pero esta técnica no permite controlar objetos metálicos que fueron forjados por manos humanas, sino que solo puede controlar el metal "virgen". El usuario invoca la materia prima metálica que se encuentras más cerca de su posición, por lo que la mayoría de las veces, por no decir todas, dicho metal surge de la tierra misma.
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Poder Shaishu: La Cacería de Astrid. ©
FantasyBastian, un chico que será testigo de unos extraños acontecimientos, terminará dándose cuenta del abrumador poder que lleva en su interior. Y no tardará en descubrir que no es el único de su clase. Un día, una extraña mujer aparece y ataca a Bastian...