Solo tengo que pensarlo.

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-- Rebbeca P.O.V.--

Había pasado por bastantes cosas malas en mi vida. Desde lo que me hizo mi papá, hasta el maltrato que recibía en el colegio porque había decidido a cerrarme a todo el mundo, y la soledad que había vivido por muchos años.

Pero, en el momento en que el abuelo de Louise mencionó la palabra "prometida", sentí que era el fin de mi mundo. Por la sorpresa y el choque que habían provocado sus palabras, flojé el agarre de la mano de Louise.

No lo podía creer. La chica, Juliette, era muy hermosa, demasiado. Sus ojos grandes y azules eran como el cielo, su cabellera larga y dorada como los rayos del sol, su piel blanca y tersa como la porcelana, y sus largas piernas y su delicada y delineada figura. Y yo de chaparra como champiñón y caramelizada como la azúcar crema.

Solté por completo la mano de Louise cuando sentí una extraña sensación, y qué bueno, porque en el momento en que la solté, la chica nos miró, miró nuestras manos -una cerca de la otra - miró a Louise y sonrió.

- Cómo has dicho, viejo decrépito? - la madre de Louise fulminó a Charlie con la vista al terminar la pregunta.

- así es, así que dejémosle tiempo a solas a los tórtolos. Tú - dijo, mirándome. - puedes llevarte a Charlie devuelta a su cuarto.

- espere un momento, - interfirió Charlie.-  Rebbeca no es mi-...

Pero no lo dejé terminar. El aire de la sala se había vuelto pesado y me habían entrado náuseas. - como ordene, señor. - susurré, levantándome del lado de Louise y tomando a Charlie de la mano mientras lo guiaba fuera de la sala.

- Rebbeca, no, espera-... - pero no me detuve, si quiera me gire. Solo decidí ignorarlo antes de romperme en ese lugar, en ese segundo, frente a todos.

--Louise P.O.V. --

Ver a Rebbeca alejarse de la mano de Charlie y siguiendo las órdenes de mi abuelo como si fuera una criada hizo que me quebrara aún más por dentro. No estoy seguro de si mi expresión demostraba lo que sentía, pero por dentro me sentía la persona más miserable del planeta. Todos salieron de la sala y yo seguía mirando el camino que habían seguido mi novia y mi hermano tomados de la mano.

- ya sé que me presentaron... - rompió el silencio. - pero, soy Juliette Champs. Es un placer.

- yo... - decidí reaccionar, aunque aún un poco distraído. - soy Louise Carlier DuPont. Es un placer, señorita Champs.

- oh, dime Juliette, por favor.

- claro, señorita Juliette... - quedó en silencio, sonriendo, mirándome fijamente.

- por qué no damos una vuelta por ahí?

- claro... Le apetece ir al jardín?

- por supuesto. Gracias. - nos pusimos de pie y fuimos al jardín. Una vez allí, empezamos a caminar juntos.

- así que, de qué parte de Francia eres?

- cómo sabes que soy de Francia?

- Champs. Es el nombre de los viñedos mas grandes y bodegas de vino más famosas de Francia y otros países. A demás, si eres mi prometida, entonces es más que obvio que eres de Francia.

- hm... Si, acertaste. Soy de Burdeos, Gironda. Es la provincia francesa más-...

- vinícola, lo sé. Mis vinos favoritos son los Bourdeaux, de hecho. - la interrumpí. Aunque luego me di cuenta del error. - ah, lo lamento, señorita Juliette. No era mi intención interrumpirla.

-Louise, me haces sentir como gran señora.

- lo lamento, así las trato a todas. - fui un poco frío, pero la verdad es que no reparé en ello. Juliette era lo de menos en ese instante. Mi cabeza estaba llena de lo destrozada que se veía la expresión de Rebbeca cuando salió con Charlie.

Si el cielo fuera carmesí. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora