El color del... ¿amor?

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Rebbeca P.O.V.

- Louise, - el doctor iba revisando unos papeles mientras hablaba. - felicidades, no tienes ni un rasguño. Puedes irte tranquilo a casa... y por favor, ten más cuidado.

- Si, gracias. - sonrió desde la camilla. El doctor salió y nos quedamos un momento en silencio. Entonces llegaron los padres de Louise muy agitados.

Ellos entraron, y al verlo, su mamá se puso histérica. - ¡Louise, querido! ¿Estás bien?

- ¿Te pasó algo? ¿Ya te revisaron? - complementó su padre.

- Si, no se preocupen. Estoy bien. - les sonrió.

Mi mamá se les acercó, para presentarse, supongo. - Mucho gusto señora, soy-...

- ¡Una descuidada que no se fija por donde conduce! - le gritó con furia la madre de Louise. Él, mi mamá y yo la miramos sorprendidos.

Su madre continuó gritándole a la mía. - ¿Acaso compró su licencia? ¿Como no se pudo fijar que mi hijo esaba en la calle? ¡¿Cómo "no lo vio"?!

- Señora-... - intentó arreglar mamá.

- ¡No diga una palabra! - esta vez fue su papá. - ¿Sabe que podemos demandarla por conducir irresponsablemente y casi matar a nuestro hijo?

- Papá-...- intentó Louise calmar a su padre.

- ¡Tú te callas, Louise! ¡No por nada soy dueño del mejor bufete de abogados de este país! ¡Y me encargaré personalmente de que esta mujer cumpla sus años de prisión para que-... - no podía soportar que un hombre le hablara así a mi mamá, y menos uno que no conocíamos. Decidí interrumpirlo.

- ¡Oiga, un segundo! ¡Ustedes son los irresponsables! ¿Por qué dejar a un hijo como el suyo solo en la calle? ¡El se metió al medio de la calle de repente salvando a un gatito, sabe que no podíamos hacer nada! - Empecé a manotear el aire y a mover mucho mis manos a los lados en señal de frustración. - ¡¿están locos?! ¿Les falta un tornillo? ¿Por qué nos recriminan algo que no hicimos y que no es justo? ¿Estan aburridos o algo asi? ¡Tenían que ser los padres de Louise! ¡Ahora sé porqué es tan desagradable!

Su padre me miró sorprendido. - Espere un segundo, es muy lengua suelta, señorita. - entonces sujetó mi mano. ¡¿Acaso se volvía loco?! ¿Por qué sujetaba mi muñeca? ¡Suélteme!

- ¡N-no! ¡Suéltame! - dije, muy nerviosa. Empecé a ponerme pálida, y oía los gritos de mamá hacia al hombre. Trataba de hacer fuerza para deshacerme de su agarre, pero no podía.

- ¡Oiga! ¿Está loco? ¡Suéltela! ¡Que la suelte le digo! ¡Rebbeca, respira! ¡Tranquilizate, ¿me escuchas?! ¡Rebbeca! ¡Rebbeca, quédate conmigo! ¡REB! - Empecé a hiperventilarme y sudar mientras ellos dos solo me miraban un poco sorprendidos o eso creo. Finalmente el hombre soltó su agarre, pero entonces lágrimas involuntarias empezaron a correr por mi rostro y empecé a temblar. Entonces vomité y me desmayé.

Desperté al rato acostada en una camilla.- ¿Ma...má?

- ¡Rebbeca! ¿Estás bien? Dime, ¿te sientes mal?

- ¿Tienes algún sintoma de algo? ¿Puedes moverte? - me preguntó el doctor.

Levanté un brazo muy lentamente, aún estaba débil.

- ¿Puedes ponerte de pie? - era mucho lo que me pedía, estaba medio sonámbula, asi que negué con la cabeza.

El doctor prosiguió. - Lo que sufrió fué un ataque de pánico. Su madre me contó todo. Es androfóbica y estaba discutiendo. Tener la presión alta al momento del ataque hizo que fuera más fuerte que todos los demás. Solo descanse un momento, luego podrá irse a casa. - y salió del cuarto.

Si el cielo fuera carmesí. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora