Rebbeca, Rebbeca

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- ¿Si? - el psicólogo me miró curioso.

- ¿Cuándo serán estas consultas...?

- Ah, si, Louise me dijo que eres una chica mala, busca-problemas en la escuela. – debía ofenderme, pero en su lugar me causó risa. – Si, vas a tener que dejar esa vida. Las consultas serán en las tardes, de 3 a 6 pm.

- ¿Y hay... alguna posibilidad de que este tratamiento no resulte?

- Em... claro, pero son muy bajas, de cada 500 personas solo 1 puede no resultar.

Ahí estaba. No era muy buena en estadísticas ni probabilidades, pero sí sabía que yo podía ser ese 1. Mamá me miraba con cara de "sé en qué estás pensando, dame una sola señal y saldremos corriendo de aquí." Si, eso también lo asumí de 4 segundos de mirada fija con los ojos entrecerrados. Pero no podía huír, no después de ver lo lejos que había llegado. Solo pude asentir con la cabeza.

- Está bien. - respondí al fin.

- Rebbeca, no te veo muy segura de hacer esto. Necesito que estés 100% segura de esto. Así que tómate una semana y-...

No, me estaba dando la oportunidad para huír, si la aceptaba, sabía que jamás volvería y que nunca me sanaría.

- Doctor, núnca estaré más segura de hacer esto que hoy. Prosigamos y ya.

- Está bien. Empezaremos el lunes. Por favor sean puntuales. Señora Robles, por favor quédese un momento para que llene unos papeles.

Louise y yo salimos del consultorio y nos quedamos en la sala de espera a... esperar a mamá, suena redundante, pero sí.

- Estoy tan feliz de que hagas esto. - sonrió mirándome. Sabía que quería tomarme las manos pero no lo hacía por mi condición.

- No lo hago por ti.

- Lo dejaste muy en claro. - dijo, con una suave sonrisa en su rostro. Esa sonrisa que siempre ha sido tan repugnante para mi.

Pasó el domingo y llegó el lunes a la hora de la consulta. Se me hizo bien difícil no conseguirme una detención, no sabía si podría hacerlo todos los días. Entramos al consultorio y nos sentamos.

- Buenas tardes. ¿Cómo están? - preguntó el tío de Louise al mirarnos.

Ambas asentimos en silencio, Louise empezó a hablarle con su tono de familiaridad y tuvieron una animada conversación sobre su día. Después empezamos. Él empezó por mostrarme unas imágenes de manchas. Típico

- Dime qué ves en esta.

- Es... es una mancha de vómito. -todos rieron y yo estaba preguntandome por qué.

- ¿Qué hay de esta?

- Es... es esa... esa... escena de cuando tenía 7... - Empecé a sentirme un poco mareada.- Doctor, no me siento bien...

- Tranquila. Relájate un poco. - se puso en pie y guardó las imágenes, entonces recostó mi asiento. - tienes que respirar hondo y controlarte. -luego me tranquilicé. Esa semana se pasó exactamente de ese modo. Veía algunas imagenes y me empezaba a sentir mareada, entonces unos minutos de respiración y seguir. El domingo no llegué a marearme. - esto es un avance. Estás lista para la segunda etapa: "situaciones." - esta me preocupaba, y las siguientes aun más. Llegó el lunes en la tarde, cuando ya estabamos en el consultorio. Había movido la alfombra blanca y se dejaba ver un liso suelo de madera muy delicado. Para esa consulta no me puso la inyección. - para esta etapa necesitaré que te pongas de pie.

Si el cielo fuera carmesí. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora