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ARABELLA:

Mi pequeña y delicada hermana es un dolor de cabeza. Trato de ponerme en su lugar, ser la segunda hija no es nada fácil pero mierda, porque tiene que ponerse en peligro de esta forma.

Mysie es todo lo contrario a mí, es rebelde y justiciera. Vamos hasta yo misma quisiera ser a veces un poco como ella, pero es que ser la primogénita y futura heredera del grupo Park no estaría siendo compatible con el tipo de vida que mi pequeña hermana tiene. No tiene nada de malo vivir casi al margen de la sociedad elitista a la que mis padres me obligan a codearme.Yo sé que mantenerla alejada es una salvación para ella. Hay cosas peores dentro de esa sociedad que los lugares que frecuenta esta mocosa.

-¿Donde se ha metido esta vez la criatura? -Haizea me pregunta mirando a su alrededor con una mueca de diversión en su rostro.

El GPS me indica que es una zona roja. Quizás bastante peligrosa, considerando que estamos en medio del puerto frente a un bar de mala muerte. Los letreros luminosos me impiden ver bien. Arrugó un poco mis ojos y esfuerzo la vista. Pero no veo mucho.

-¿Saldremos vivas de esto? - la voz de Amara me interrumpe.

- No seas exagerada. - abro la puerta del auto para bajar.

- Ten cuidado. - dice ella. - Me quedaré aquí así una de nosotras informa a la policía.

Pongo los ojos en blanco. De todas las veces que las he arrastrado en busca de mi pequeña y traviesa hermana nunca salimos lastimadas. Pero no quiero entrar en una guerra porque discutir con Mara es una batalla perdida.

- Pues yo bajo contigo. - dice Haizea. - Quiero ver esos tipos encuerados vimos la vez pasada.

Suelto una risotada. Estas dos no pueden ser más opuestas. Una es toda miedosa y reservada. La otra es más lanzada y cara dura. Estoy segura de que Mysie le aviso que habría ese tipo de chicos aquí y por eso insistió tanto en venir conmigo. Mara no tuvo opción. Nuestros padres creen que estamos en su casa viendo un documental del calentamiento global. Y yo estoy en el medio, tratando de mantener la compostura porque estoy segura de que hoy me quedo sin hermana. Porque la voy a asesinar con mis propias manos.

Nos acercamos lentamente a la puerta del bar donde un tipo musculoso y enorme está parado haciendo guardia. Siento el suspiro de mi amiga al lado mío y niego con la cabeza.

-¿Quieres una servilleta? - susurró y me dedica una mirada asesina.

El tipo nos mira de pies a cabeza. Por suerte y una muy sospechosa acción Haizea me vistió como una tipa más del montón. Una remera que enseña parte de mi abdomen, jeans rotos, botas negras, el pelo suelto y revuelto como si hubiese tenido una sesión rapidísima de sexo en la parte trasera de mi auto y un poco más de maquillaje que el habitual.

Ella viene vestida de la misma forma solo que trae unas plataformas y una falda de cuero que se le pega a su cuerpo. Casi es como una segunda piel. Y le queda brutal. A más de uno le dará un infarto al verla así.

La miro caminar con tanta seguridad y tranquilidad, muy poco común en ella. Porque es un cohete, vive de aquí para allá y ahora tiene esa ligereza que me hace sospechar.

- Tengo la leve sospecha de que esto es una jodida trampa...

Me da un empujón y se ríe.
- Si que eres lerda...

Abro mis ojos bien grandes y quiero lanzar una gran maldición pero no puedo. Estoy anonadada. La muy descarada saca del bolsillo trasero de su falda dos entradas para el bar de mala muerte y se acerca al tipo de seguridad. Mi mandíbula casi toca el suelo cuando se cuelga del gran brazo del moreno de bonita sonrisa que está parado en la puerta. Y le da un beso en la mejilla izquierda sobre uno de los hoyuelos que se le marcan.

Él es un chico malo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora