02

62 7 25
                                    


ARABELLA:

¿Alguna vez sintieron esa sensación en el estómago que te indica que algo no es lo correcto, pero extrañamente te hace sentir bien?

La idea era correr lejos. No junto a él. Pero inevitablemente me encuentro aquí junto a este chico y de alguna manera retorcida se siente bien

Al ser una pelea clandestina la policía no tardo en llegar. Logramos salir ilesos de pura casualidad. Perdí a mi hermana y a mis amigas en el camino. Y me encuentro con un tipo que ni siquiera conozco en el medio de la nada. Vaya a saber Dios con que intenciones.

Las sirenas de la policía se van perdiendo. Pero en esta zona aún hay un patrullero y dos oficiales en sus motocicletas. Cuando dije que mi vida necesitaba un cambio no me esperaba esto. Pero ese trío de locas siempre escuchan lo que les conviene.

El chico me toma desprevenida, me acorrala contra la pared más cercana, lejos de las luces. Me quedo inmóvil, su fragancia masculina me atonta los sentidos y cierro mis ojos por un momento tratando de que ese aroma embriagador no me ponga a delirar. Y termine haciendo alguna locura.

-¿Por que tan cerca? - me quejo.

- Debemos mantenernos así. - murmura.

Sus manos están apoyadas a la altura de mi cabeza, su pierna me aprieta la cadera y juro que siento otra cosa allí.

Mierda.

Muerdo mi labio inferior y tomo una gran respiración. En breve mis sentidos se irán de vacaciones. Y él alimenta a que eso pase. Se da cuenta de ello y presiona un poco más. Una ola calor se instala en mi cuerpo. Y juro que el infierno se ve muy tentador desde la posición en la que me encuentro.

- Podrías, por favor... - suplicó a todos los dioses que se aleje solo un poco. Mis manos se detienen a la altura de sus pectorales, me dedica una sonrisa pícara. Puedo ver la maldad en sus ojos. Es consiente del cuerpo que tiene y está muy seguro de él. Eso me da un poco de envidia.

Me vuelve a sonreir.

Dios de esto no salgo con vida.

-No podemos ser... - su boca se pega a mi oreja y un escalofrío me recorre la espalda. Sus palabras salen lentas y parece que me están acariciando. Soy un manejo de sensaciones a su lado.
-Vistos.

A simple vista parecemos una pareja cualquiera que vino a este callejón a darse unos buenos arrumacos. Pero tanto él, como yo sabemos que huimos de la policía.

Gracias al cielo estamos en alguna zona perdida de Seul y no hay nadie conocido. No puedo permitir que esto llegue a oídos de mis padres.

¿Por qué demonios estoy pensando en ellos en este momento? Desconectarme de mis pensamientos no se me hace fácil por lo general tiendo sobrepensar las cosas y terminar estresada. O decir idioteces si estoy muy nerviosa.

-¿Tienes miedo? - susurra.

Alzo mi vista y me encuentro con sus ojos negros mirándome expectantes. Todo dentro mí se altera. ¿A caso sabe el poder que tiene su mirada?

Si. Lo sabe muy bien y sabe como sacar ventaja.

-No. - logro articular con toda mi confianza.

-¿Y por que tiemblas? - una risita se escapa de él y quiero reír porque es muy contagiosa. Pero debo mantener la compostura o seremos descubiertos por mi risa escandalosa.

Y no queremos que eso ocurra. Pasar la noche en alguna comisaria no esta en mis planes y creo que en los de él tampoco.

No se porque estoy temblando, tampoco me habia dado cuenta de ello hasta que él lo mencionó.

Él es un chico malo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora